Enseñar a los demás



Un atrevimiento más. No sé por qué me arriesgo. Pues la vida queramos o no queramos es aprender, es enseñar y es arriesgar si a alguna parte queremos llegar. Y me digo yo ¿Quién soy yo para querer enseñar a los demás?


Pero más de una vez nos creemos, presumimos, de ser en realidad lo que no somos, ni sabemos. ¿Cuántos de nosotros nos creemos ser más de cuanto sabemos y que no sabemos?

Pero, amigo mío, digo enseñar a los demás pues ¿a quién no le gustaría el poder tener un entrenador particular que muchos días te exigiera hacer lo que deberías hacer? Pues, soy de los que digo que no estaría mal el poder tener cada uno de nosotros un entrenador, un encargado o alguien por encima de nosotros. Puede que se hiciera muy pesado, pero, a más de uno nos iría bien para cumplir con nuestras obligaciones. Y los buenos entrenadores son los que normalmente hacen grandes deportistas.

Pues todos somos muy tolerantes con nosotros mismos. No te niegues ni te mientas, puedes hacer muchísimas más cosas durante el día, nadie lo pone en duda, pero ¿cuántas cosas que deberías de hacer no has hecho? Y no quiero ni deseo que seas un esclavo de ti mismo, pues lo que quiero sobre todo es que no te mientas y que seas muy feliz con aquello que haces. 

No puedo enseñarte, sí hacerte pensar. Cuánto no habrá dentro de ti que no has desarrollado. Por eso te digo, ese entrenador que necesitamos cada uno de nosotros, para que nos exigiera. Cuánto más podríamos dar para nosotros mismos y quizás mucho más para los demás.

Pero, amigo mío, por mis escritos podrás comprobar que yo no sería ni soy un buen entrenador para poderte enseñar algo que ya hayas olvidado o quizás que nunca lo pusiste en marcha, bien por miedo o porque nunca te hizo falta, todos podríamos dar un poquito más, y quizás no quejarnos tanto. Date el placer de hacer y disfrutar. No te quedes sin intentar tu sana o fuerte realidad.

Hace no mucho rato me acordaba de un tema para poder contaros un trocito más de mi verdad. Que conste que voy a intentar deciros lo que yo me creo puede ser verdad. Conste que no lo voy a contar para que tú me aprecies más sino por la sencilla razón de que tú me digas de verdad lo que es para ti el trabajar mucho o el no trabajar. Debo de aclararte que nunca trabajé en una fábrica, miento, trabajé en Alemania un año donde el tiempo se me hacía largo sobre todo por la monotonía del trabajo. Pues para tu información yo trabajaba en una cizalla cortando chapas donde tenía mucha gente por encima de mí. Mi superior era un italiano que era el que llevaba la máquina, yo era un simple ayudante. El ayudante de un italiano seco, como un palo, y con una mínima relación a pesar de estar 8 horas cada día juntos. No maldigo ni desprecio al que está en una fábrica, aunque yo no lo quiera para mí. Trabajé la tierra durante toda mi juventud, un camión dieciocho años y en la hostelería casi 25 años. Como dije antes no desprecio ningún trabajo.

La fábrica no es para mí, yo no puedo negar que quiero ser libre y sobre todo quiero soñar y quiero, si puedo, tener libertad para hacer y pensar y poderme equivocar. He trabajado como el que más, pero dentro de lo posible he sido libre. Me he equivocado más de una vez y he dudado muchas veces sobre lo que creía que me tocaba de hacer. Y, puedo decirte, que me queda mucho que aprender. Y no creas es una frase hecha, quizás por eso me refiero a lo del entrenador.

Estés donde estés, como entrenador, te pido que sueñes, que te equivoques que vivas, que seas y te sientas libre.

No quiero que nadie se ofenda, sé que la vida está hecha de muchos colores a donde poder elegir. Pero no quiero, de modo alguno, que lo que a mí me gusta te guste a ti. No recuerdo bien si te dije alguna una vez que yo soy un enamorado de la vida. La que quiero y creo que me quedan muchas cosas para hacer. Sí que es muy verdad que mis ilusiones o mis sueños son una cosa y la realidad es otra. 

Lo que no dudo y tengo fe en que nuestro Mochuelo ha de volar y que no tenemos la menor duda que llegará a donde nos gustaría llegar, tenemos fe porque la Sagrada Familia no se hizo en un día. Pero también es verdad que necesito de todos los que quieran colaborar. Termino con algo un tanto anormal. 

Espero verte muy lejos, yo te quiero acompañar, ponte zapatos de moda, los que te puedas comprar, vístete como tú quieras, no pares de andar, alguien te estará esperando, no lo dudes jamás. Será más viejo, más joven seguro que encontrarás esa mano recia y fuerte que te puede acompañar. Sé valiente, mientras tanto la vida te ayudará. 


Un abrazo de nuestro Mochuelo con otro muy parecido de vuestro amigo Juan.

 

Foto de Artem Podrez


Comentarios

Entradas populares de este blog

Maldito tabaco

Ser mejor que ayer

Siembra