A los padres y madres del mundo
A nuestros padres y hermanos, a nuestra sociedad, a los que todos tendríamos que querer y respetar un poco más. Digo esto porque, hace ya tiempo, quería hacer un simple o sencillo comentario hasta donde yo buenamente puedo llegar.
No me gustaría hablar como alguien mayor, ni con mucha autoridad, pues no sé si en mi escrito se nota que ya estoy jubilado… La verdad es que no quiero estarlo (es broma). Mi vida va pasando, como pasa en la mayoría de los demás, soy feliz, quiero más y ayudar si puedo, dentro de lo posible, a los demás.
Os cuento, como todos nosotros y como cada cual tenemos un algo que contar. Cosas más o menos agradables o quizás no tan agradables.
Siendo un chaval de doce o catorce años, conocí a otro chaval de casi mí misma edad, pero con muchas necesidades. Pues yo, y otros compañeros más, no nadábamos en la abundancia, pero quizás no nos faltaba un coscorrón de pan. Pasa el tiempo y sin saber cómo, da la casualidad de que nos encontramos en Barcelona y trabajando los dos casi en la misma empresa. Yo con el camión y él en otro puesto de trabajo.
Casi siempre vi y sentí que estaba quejoso de sus padres y de su vida en general. Un hombre lejos de ser feliz. Un día por la mañana, cuando tomábamos el bocadillo, recuerdo que le sobró medio pan y lo tiró. Le dije que por qué lo tiraba y su respuesta fue que bastante hambre había pasado.
Un hombre, que no tenía culpa de nada, pero además un hombre que se le notaba que no era feliz.
Además de sorprenderme, me dejó un tanto cortado. Creo que es una pena que piense de esta manera. Ya digo que no quiero dar lecciones a nadie, quiero, sobre todo, compartir contigo cosas que no entiendo, y que me gustaría que alguien fuese capaz de explicarme.
Pues la culpa no la quiere nadie, pero quizás no todo el mundo es agradecido. Porque pienso y me digo, qué pena para un padre no tener pan que darles a sus hijos, ¿Tu conoces a algún padre que no quiera dar pan a sus hijos? La madre y el padre siempre se dijo, y creo que es muy verdad, que un padre, y una madre se quita el pan de la boca para dárselo a sus hijos si hace falta.
Digo el pan, pues sé que no solo de pan nos alimentamos, pero sí que el pan fue muy importante cuando había tanta hambre. Recuerdo, cuando yo pequeño, haber visto a un hombre comerse las peladuras de naranjas que encontraba en el suelo.
No quiero presumir de mayor, pero si entiendo y creo que no podemos despreciar la vida ni lo que tenemos, creo y pienso que todos podemos ser agradecidos, y no ver en nuestros propios padres, hermanos, primos o conocidos a grandes enemigos.
No os canso más. Solo creo que en la vida debemos de ser un poco más agradecidos.
Intento y me gustaría terminar mi escrito más lleno de colorido. Pues, el otro día, le dije a alguien que yo todavía no estaba jubilado, y no se lo dije para presumir sino porque me dijo que, por qué trabajaba tanto y entonces le dije: “es que yo todavía no estoy jubilado”.
No quiero presumir de que yo todavía trabajo, pues, hace ya unos años, alguien mucho más joven que yo, me dijo que la palabra trabajo estaba en desuso, que el decir trabajo estaba hasta feo. Y yo a mi edad todavía digo: ¡qué bonito es el trabajar cuando se hace a gusto!
Quiero quererte porque si te quiero, probablemente tú me querrás y si no me quieres, tus razones tendrás. ¡!Gracias!!
Un abrazo grande de nuestro Mochuelo. Un saludo grande de vuestro amigo Juan.
Comentarios