Pedir ayuda a los demás


Conocidos y amigos de nuestro mochuelo, gracias por soportarme un día más. Hoy como otros muchos días, me atrevo a hablar de algo que me viene grande, pero creo que me he de mojar, pues todo se hace con la mejor voluntad. Me atrevo a ser capaz de enfrentarme a nuestra propia realidad.

Hace tiempo observo y quizás, algún que otro libro me haya hecho pensar, que sería muy bueno poder tener nuestro consejero o entrenador particular, o quizás algún que otro que te pudiese ayudar o colaborar. Hace mucho que digo que todos deberíamos tener a un encargado particular. Un encargado era alguien que sabía mandar mejor o peor, pero sí que destacaba en algo entre los demás. En definitiva, era ese entrenador que te exige más o menos o te deja en el banquillo. Nosotros, por naturaleza, somos todos un poco comodones y quizás por eso digo lo del encargado, porque todos, sin duda, necesitamos la ayuda de los demás. O quizás alguien que nos pudiese animar o a ayudar a caminar. No queremos de modo alguno trabajar más, pero si cumplir con nuestras propias obligaciones, sabiendo afrontar nuestra propia realidad. La que a muchos de nosotros nos cuesta aceptar.

Todo esto me lleva a conectar conmigo mismo y con los demás. Pues creo que hay cosas que nos cuesta aceptar, como puede ser el preguntar o pedir ayuda a los demás. Como si fuese algo un tanto fuera de lo normal. Quizás es porque tenemos la sensación de que estamos por debajo de los demás, o simple y llanamente nos creamos un motivo de inferioridad, tanto por preguntar como por pedir ayuda a los demás. 

No es agradable, casi para nadie, tener que pedir. Incluso el preguntar o el tener que ir a llamar a la puerta de los demás, no es para nadie un plato de buen gusto. No es agradable pedir ayuda a los demás. Es algo así como si nos humillásemos al pedir o preguntar. Cuando tendría que ser todo lo contrario. El pedir ayuda y el preguntar nos tendría que ayudar a crecer y, a la vez, hacer crecer a los demás. Nos falta mucho que aprender. Cuántas veces muchos de nosotros hemos podido comprobar que tenemos un tanto de miedo al pedir ayuda y te han respondido con toda generosidad. Prueba si no lo hiciste jamás.

Pues cuantos de nosotros daríamos algo por tener a alguien a quien preguntar o consultar y casi seguro que nos podría ayudar. No puedo negar que somos muchos a los que nos cuesta preguntar. No sabemos cuánto nos perdemos. Pues contando de que no sea el hecho de preguntar por preguntar, si no, que tienes una petición o una curiosidad, todos tenemos muchas necesidades. Por eso, no te cortes ni te dé vergüenza jamás el preguntar. Cuántos de nosotros hoy nos arrepentimos por no haber preguntado más a nuestros mayores. Los que probablemente muchos ya no están. Por eso y por muchas cosas más, no dejes de preguntar por cosas simples y sencillas que, casi seguro, no te arrepentirás. Sé valiente, no lo hagas por mí y ni tampoco por los demás. Hazlo por ti mismo. Quizás mañana no tengas la posibilidad de preguntar. 

Nadie lo sabe todo. Y quizás por eso y, por otras muchas cosas más, me atrevo a contarte un trocito más de mi verdad. Para que ni siquiera tú me tengas que preguntar. 

Cuántos de vosotros y vosotras tenéis cosas buenas y menos buenas que contar, las que de alguna forma nos podrían ayudar a los demás. Espero que tú mismo seas capaz de afrontar lo bueno, lo menos bueno y lo regular. Y, no dejes para mañana, un día más, el preguntar y el decir a los demás todo aquello que no hace daño a nadie y que tú podrías contar o preguntar. Yo te espero en el camino y quiero que me acompañes y que yo te pueda acompañar a decirnos muchas cosas de las que podemos hablar. No te escondas, no te mientas, la vida es un paraíso. Lo debemos disfrutar.

Recuerdo que en el post anterior os decía lo contento y orgulloso que tenemos que estar por tantas gentes que confiaron en nuestro restaurante, pues, nuestras previsiones, siempre fueron superadas. No podemos engañarnos, no podemos engañar. Solo podemos decir que, a pesar de todas nuestras dificultades, debemos de estar muy contentos con lo que hicimos, pues creo que alguna vez lo he dicho: nadie daba un duro por nosotros, ni por malo ni por bueno, simple y llanamente que no nos veían preparados para llevar nuestro barco (que fue una pesadilla para los que antes lo habían llevado). 

No podemos presumir de lo que no hicimos, pero si que podemos presumir de cuánto hicimos. Algo muy rentable para nuestros clientes fue el asfaltar todo el parquin. Nos lo agradecieron muchos de nuestros clientes. Aprovechamos la oportunidad (y casualidad) de que no muy lejos de nosotros estaba trabajando con las maquinas, haciendo un rebaje, nuestro amigo y buen cliente, el Sr. Pedro Rodríguez, al que de paso he de agradecer su servicio y sinceridad, “gracias amigo Pedro por tu generosidad”, pues para el restaurante suponía una inversión que no era fácil de asumir. Pero, gracias a nuestro aparcamiento y a alguna ayudita de los demás, nuestra clientela se sentía más cómoda en el momento de aparcar. Una vez más, pudimos comprobar que toda mejora en el negocio podía ser un pasito más para ganarnos nuestra clientela, por la que hay que mirar y cuidar. Gracias una vez más. 

Una vez más dije que cuando adquirimos nuestro restaurante era un camión grande con un simple chasis y para que anduviese había que vestirlo. No fue fácil ponerle cada pieza más o menos en el sitio que le correspondía. Nuestra formación tenía mucho que desear y poco o nada podíamos presumir. Creo que fue muy bueno para querer más aquello que teníamos. Toda mi familia pudo comprobar que, si algo quieres, te lo has de ganar. Lo que nos dio fuerzas e interés para continuar. Y por mi parte, sobre todo, enamorarme más y más. Pero quizás más que nada fuimos personas con ganas de trabajar. Nuestra ilusión y satisfacción fue siempre el cómo servir lo mejor posible a los demás, pues nuestra satisfacción fue la satisfacción de nuestros clientes, fuera aparte de algún caso aislado que se pudo dar.

Por estas fechas, creo que pusimos el gas. Un coste más. Suerte de haber comprado recientemente la parcela de al lado, pues fue muy importante para poder colocar el depósito del gas. Sin ese espacio hubiese sido muy difícil ponerlo. Pero, por algo raro que paso en la compañía del gas, hubo que esperar al menos tres meses más y mucho papeleo para poder alimentarse de nuestro depósito. Significaba dar un pasito más. Nos aportó mucha comodidad.

Y, no podemos quejarnos y ni tampoco llorar. ¡La vida nos dio tanto! Y, tampoco podemos parar. Tenemos que ser conscientes, debemos de ser verdad, no podemos tener miedo, sí que podemos luchar por cuanto nos dio la vida y cuanto nos pueda dar. 

No maldigas tu camino, nos queda mucho que andar. Sé valiente como el lobo, defiende tu caminar. No te pares, no dejes de andar ni de soñar, no te rindas porque llueva, como si quiere tronar. Debemos de ser valientes, no importa cuánto digan o lo que te puedas encontrar. Sé parte de tu camino. No te pares por lo que digan, ni por cuánto puedan hablar. No te rindas, sigue tus sueños, no dejes tu caminar.

Puede ser que te falte mucho. Yo te quiero acompañar. Y, no me importa tu raza y ni tampoco tu edad y quiero darte mi mano y contigo caminar. Y, llegaremos muy lejos. Donde podamos llegar y encontraremos amigos que quieran colaborar. 

El mochuelo, vuestro amigo Juan. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Maldito tabaco

No te ates, no digas que ya no puedes

Ser mejor que ayer