Colaboración
Los que me conocen saben de mis fallos, mi cultura y mis capacidades.
Amigo y amiga, tú y yo nos podemos ayudar. No pretendemos ser los más valientes ni presumir de grandes posibilidades, pero no podemos olvidar que hace más el que quiere que el que puede y así quizás podamos llegar donde cada cual quiera llegar.
Puede que a muchos no les suene normal eso de colaborar. No te debería asustar. La vida está llena de grandes sabios, pero no menos llena de grandes colaboradores, los que son dignos de admirar.
No te niegues cuánto sabes ni cuánto tú puedas dar. No te achiques, no te mientas, la vida es un camino el que debemos de andar. No te asustes de la vida, sé valiente, sé verdad, sé quién eres, nada menos, nada más. Tenemos que conocernos, debemos de ser capaz y seguro que la vida hasta nos podrá ayudar.
Y para hoy no podría faltar un trocito más de mi verdad.
Ya creo que os dije que somos muy novatos, pero con muchas ganas y además una ilusión ciega para conseguir lo que queríamos, sin saber si era malo o bueno. Lo cierto es que lo dimos todo.
Después de retrasos en las reformas para poder abrir, por fin llegó el día de la inauguración. Hicimos un aperitivo por la tarde. Una fiesta para todos, dentro de las posibilidades. Asistieron personas del pueblo, clientes de la casa de Andalucía en Martorell, amigos y conocidos…
Al día siguiente empezábamos una nueva etapa. Nuestro equipo lo formaba mi señora, otra señora y el flamante cocinero, en la cocina, y en la sala, nuestro camarero profesional, de la misma rama del cocinero y vuestro amigo Juan. Al día siguiente quedamos para empezar a trabajar. Muy condicionados por esos que dicen llamarse profesionales, algo que no sabíamos y que fue algo que supimos ver a lo largo de los años. Damos las comidas de nuestro primer día, pues tanto unos como otros saben, que pueden ser muy importante en el desarrollo del negocio. Pero, se dan las comidas y ya por la tarde, un poco tarde, mencionan los dos que esta noche no vendrá nadie o casi nadie y yo que me lo creo. Acepto y les digo que podrían marcharse. La novatada y primera equivocación. Pues si a las comidas vinieron unas diez o quince personas, por la noche se presentaron unas setenta u ochenta personas… Solo os diré que yo había invitado a mi último jefe de los camiones y a su señora a cenar, y ellos tuvieron que dejar la cena a medias y ponerse a ayudarnos. Mi jefe a la brasa y la señora ayudándome a mí en la sala. Esta podemos decir que fue nuestra primera novatada.
A pesar del momento tan complicado, tuve la suerte de no perder la compostura en ningún momento. Eso sí, no sé cómo lo hicimos. Lo cierto es que algunos de aquellos primeros clientes se convirtieron luego en fieles clientes que continuaron a nuestro lado mucho tiempo.
Al día siguiente hacemos de lo más normal dejando que el camarero “profesional” hiciera y deshiciera a su antojo ya que en teoría era profesional. Lo que pasaba en la sala además igual pasaba con el cocinero.
Al siguiente día el cocinero vino a hablar conmigo para darme muchas quejas y decirme que se iba. Yo le dije que de acuerdo y el camarero se enfadó mucho. Nuestro camarero cada día se envalentonaba más. Hasta que un día, muy a las buenas, le dije que a partir de ese día me gustaría yo empezar a tomar nota. Algo que le supo muy mal, pues de alguna manera, él quería dominar la situación. Pero sigo con mi idea, a pesar de que al principio en la cocina no entendieran muchas veces mi letra. En la cocina está mi mujer con la señora que le ayudaba, haciendo lo que buenamente pueden. Pero creo sería una barbaridad y un sinsentido continuar con la problemática del personal. Pues fue algo recurrente en los veinte años que estuvimos en el negocio. No fue posible tener una gran paz y tranquilidad en este aspecto.
Pero el negocio no es solo el personal sino un conjunto de cosas para poder funcionar y que además te puedan querer o ayudar los demás. En nuestro restaurante podemos decir que se dieron una serie de circunstancias para que nos apreciaran los demás, No podemos negar que pasamos grandes apretones, pero casi siempre disfrutamos de una buena salud económica y una gran estima por los demás. Fuimos ejemplo de buenos pagadores, pues ningún proveedor jamás se quedó sin cobrar el día que le tocaba. Recuerdo un detalle de un cliente. Del primer año de estar abierto el restaurante, hubo una temporada que, por circunstancias de la red general del agua, tuvimos muchos cortes de agua y hubo un señor que me ofreció una cuba mientras la situación se arreglaba. Algo muy digno de destacar, pues no sé si alguien pudo probar en el no tener agua ni para fregar.
No quiero llorarte, no pretendo contagiarte mis dolores de cabeza. Quiero mejor el poderte contagiar las ganas de hacer y de luchar para ti mismo y los demás.
La vida, queramos o no queramos, está llena de dificultades, de piedras en el camino inesperadas. Pero eres tú y nadie más el que ha de intentar poder superar cuanto te puedas encontrar por el bien tuyo, pero sin fastidiar a los demás.
No quiero de modo alguno el colgarme todas las medallas, pues tengo que dar, primero que nada, gracias a mi familia un día más, pues sin ellos no hubiese sido posible el continuar. No es un cumplido, es una pura realidad.
Amigos, amigas, compañeros y conocidos, de una pura realidad te espero en el camino.
No quiero que sea a la fuerza, quiero que sea verdad, que te guste, que seas capaz de afrontar aquello que tú pretendes que sea de verdad y creamos que la vida hasta nos pueda ayudar.
Amigos del Mochuelo, de tu propia realidad, quiero que seas valiente, que te llenes de verdad y ya verás que la vida hasta te podrá apreciar.
El Mochuelo, vuestro amigo Juan.
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