No te mientas
Dice un libro algo así como … Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no puedes caminar, gatea. Pero, hagas lo que hagas, siempre sigue avanzando hacia delante.
No te mientas. Sé verdad. Y quiero que seas valiente y quiero que seas leal y que te demuestres, a ti mismo, de cuánto eres capaz. Espero que seas tú mismo, que te puedas demostrar cuánto tienes, cuánto vales, cuánto la vida te ha dado, cuánto la vida te da. Sé fuerte, también valiente y sincero como el que más, y no te niegues a ti mismo lo que la vida te da.
No me importa quién eres, ni tu sexo ni tu edad. Me basta con que seas persona que se pueda tratar y que quiera que todos juntos podamos colaborar. Tengo ganas de que me enseñes, de que yo te pueda enseñar. Tengo ganas de juntarnos y de que podamos participar de cuánto nos dio la vida y de cuánto nos pueda dar. Mientras tanto, yo te espero. No importa lo que tardarás si todos juntos podemos y queremos participar. Compañero, compañera, de cualquier sitio, pueblo o lugar, quisiera que fueses muy fuerte. Y, que además de que seas verdad no te escondas de nadie para decir tu verdad.
Mientras tanto yo te cuento un trocito de mi vida, un trozo de mi verdad.
Creo que os decía en mi último blog, que antes de llegar al pueblo, llevando el tractor, una de las ruedas traseras del camión, a veces, se quedaba frenada. Pero ya estamos en el pueblo, descargamos y yo dejé mi camión, como ya había dicho en el mejor sitio posible. A la mañana siguiente, más temprano que tarde, me voy a reparar mi camión, sin saber si lo lograría. Lo que sí que es cierto, es que ese día volví a nacer. Cometí un gran error: meterme debajo del camino sin calzarlo. Suerte que el camión sólo anduvo para atrás no más de un palmo y yo estaba delante de las ruedas traseras. No sé si podéis haceros una idea del gran peligro que corrí. Lo positivo de este día es que no pasó nada. Y que pude medio reparar el camión hasta llegar a Barcelona.
Hoy, cuando os cuento todo esto, pienso y creo que siempre la vida me ayudó, y puede ser que sea porque quiero y amo la vida. Puede ser que me haya ayudado mi Dios, mi ángel de la guarda, mi suerte o puede ser que amo la vida (la que amo, respeto y quiero). Estoy muy agradecido de haber empezado con los camiones, pero tengo y debo de estar muy agradecido de cuanto me dio la vida.
Hoy nos toca hablar de uno de los amores de mi vida: los camiones. Ya os he contado que, los camiones, para mí fueron algo muy importante. A pesar de solo haber sido un camionero de pueblo. Digo de pueblo pues, muchos días podía ir a comer a casa y, cada noche podía dormir en mi cama. Pero, a pesar de eso, me hubiese gustado haber sido uno de esos camioneros internacionales. Un abrazo, con todos mis respetos, para los que ya fueron, los que son, y para todos aquellos que quieren serlo. Para todos ellos, mis ánimos. A los que sigo queriendo.
No puedo ni debo olvidarme de que el camión, para mí, fue una parte importante de mi vida. Quizás una ventana abierta de libertades y de responsabilidades a un mundo, hasta entonces, totalmente desconocido. Debo decir que estuve muy a gusto en las casas en las que estuve. En ellas aprendí cosas sencillas que no había visto o vivido, obras grandes que te confundía por su montaje u organización. No digo que me asustase. Sí decir que de todo eso para mí fue un aprendizaje, del cual disfrutaba y del que estoy contento por haberlo vivido.
Recuerdo en algunos de mis viajes cuando yo ya me sentía más suelto, yo empezaba a soñar despierto, algo de lo que no me parecía normal pues no quería hacerlo, hoy quiero y no meda miedo, pues quiero, me gusta el soñar despierto. Recuerdo también que los profesionales yo creía, que ya nacían, los pintores, o cantaores, por ejemplo. Y no creía que la vida estuviese hecha, de voluntad, de corajes, de sueños, y de constancia con lo que quieres, te gusta y puedes.
De los camiones no tengo nada más que decir que fue algo que sin saber el por qué me dio mucha vida. Para mí, el camión era libertad, buenas cosas que contar, … En la última casa en que yo estuve, fueron unos 18 años. Creo que fui considerado como el que más, y no creo que solo fuese, por llevar el camión más viejo o por llevar el camión estrella de la casa (un Barreiros con cuatro ejes). Creo que todos me dieron lo mismo: libertad y responsabilidad. Lo que si no puedo ni debo negar es que los dos o tres últimos años ya no me llenaban tanto los camiones.
Tenemos que ser valientes, además de ser verdad cuanto tengo cuanto puedo, no te puedes engañar, tenemos que ser sinceros y fuerte como el que más, y juntos, que muchos juntos, seamos capaz de andar. Dejar semilla sembrada por los que vienen detrás.
Mientras tanto, yo te espero. Te espero lleno de paz y libertad. Juntos, muchos, quizás podamos hacer un mundo más verdad.
Nuestro mochuelo, vuestro amigo Juan.
Foto de Arthur Brognoli en Pexels
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