La educación
Muchos libros confirman el gran valor de la cultura y de la educación. En nuestro mochuelo, nos gustaría poder aportar una gran felicidad cultural donde muchos de nosotros fuésemos parte de ella.
Nuestra asociación es una asociación socio cultural y nos gustaría destacar porque en realidad fuese verdad. Verdad, porque fuésemos capaces de desarrollar culturalmente el bienestar social de nosotros mismos y el de los demás. Donde nuestra idea, más que nada, es poder dar con la posibilidad, con la ilusión de cada cual de poder desarrollar colectiva e individualmente proyectos. Donde, nosotros mismos, fuésemos capaces de desarrollar nuestra cultura, la que humildemente seamos capaces de desarrollar. Nuestra ilusión es poder llegar a los demás y no llegar por llegar, sino con algo que podamos hacer un bien a nosotros mismos y a los demás.
Hablando de nuestra cultura y educación, con vuestro permiso, pues quizás no venga a cuento, explico algo mío y muy particular.
Hablando de la cultura, … hace unos años estuve yendo a clases en la escuela de adultos. Bajo mi punto de vista, tenían mucho que desear. Lo digo con rabia y mucha decepción, pues, aunque creo que era el mayor de todos, sí que iba de buena voluntad y con ilusión, no como muchos otros, que iban con ganas de pasar el rato. Pero, más de uno de nuestros profesores eran muy parecidos a los cabos chusqueros. Y, desgraciadamente, mayormente estaban para tapar las vergüenzas de muchos de los superiores. Esto fue hace ya unos años, es un recuerdo muy desagradable.
Pues hoy ya, casi sin pensar, he empezado a contar un trozo más de mi verdad.
Creo que, si mal no recuerdo, os decía que para mí el camión fue algo con lo que había soñado y además disfrutado, y con el que había trabajado. Y, además, decía que algo me había faltado, como a todo aquel que disfruta con su trabajo.
Los camiones, nuestro trabajo, no puedo ni quiero compárame con ninguno de mis otros excompañeros pues haciendo el mismo trabajo, puede ser casi la noche con el día. Siempre me consideré un camionero de pueblo, un chofer que puede ir muchos días a comer a su casa y a dormir cada noche a su cama. Nada comparable con un chofer de carretera o de largos recorridos. Algo que, sin haberlo vivido, solo tengo el deber y la obligación de hacer un brindis de vida por los que están, por los que ya fueron y por aquellos que están viniendo. Mis mejores recuerdos.
Pues la verdad de todo esto, es que yo ya me había acostumbrado a los camiones y, entre otras cosas, había visto o descubierto que era una profesión más. La que a mí me podría gustar mucho, pero que no dejaba de ser una más. Y como ya me había dado el permiso de soñar, soñaba cada día más, y, además, disfrutaba soñando. Y, posiblemente empezaba a soñar con un bar. No se dé donde me viene la ilusión por los bares, o quizás es que se notaba en mi cara. Recién llegado a Barcelona, a Martorell, ya me ofrecieron poder coger un bar. Algo imposible en ese momento ya que mi ilusión sin duda eran los camiones. Hoy, cuando escribo esto del bar, pienso reflexiono, y hasta me doy cuenta de que quizás las cosas llegan cuando tienen que llegar, pues yo creo que mi papel recién venido del pueblo no era igual que una vez pasado unos años con los camiones.
Mientras tanto, va corriendo el tiempo y pasan los años y empiezo a perder ilusión con el camión, y hago más de un intento de poner un bar. En uno de los locales ya había dado hasta una paga y señal, la que perdí, pero quizás es que no había llegado el momento. Mi jefe sabía algo de mis sueños por tener un bar, pero creo que quizás pensaba que todo eso es de alguien que puede estar un poco loco. Pues a pesar de gustarme los bares, no me veía del todo llevando un bar.
En esos años, mi jefe decide vender o ceder unos cuantos camiones a los mismos choferes. A mí no me dice nada. Yo tampoco se lo pido, pues yo creo que no me veía con muchas ganas de camiones, ni muchos más años conduciendo ya que yo me veía con más años de los que tenía, y los camiones se me estaban haciendo cuesta arriba. Algo que no podía entender, pues quería algo más, que no sabía, que no entendía y todo era que a mis 40 y pico años me sentía viejo, me sentía como alguien que no me quería, que no me gustaba. Que necesitaba algo que no fuesen los camiones.
La empresa reduce su plantilla con la venta de los camiones, y, entre otras cosas, yo sigo llevando el camión más grande de la casa, pues, aunque yo sentía y vivía los camiones, no iba con todas las ganas. Aunque vivo y siento los camiones como algo que fue lo mío a pesar del tiempo trascurrido. No puedo mentir, el camión para mí fue mi todo. Fue algo que no se puede contar. Sí que quizás había una falta de cultura, falta de ambición y de saber estar. Hoy, creo que las cosas han cambiado, y perdón que no quiero ofender a los demás, pero dentro del ambiente profesional no había muchas ambiciones por prosperar. O de poder ser alguien más.
Lo que quizás no podemos creer es que, dicen algunos, que no por ser más culto se puede llegar más lejos. Y yo diría y no por ser el que escribo, que una persona con cultura normalmente tendrá más puertas abiertas que uno sin cultura. Quiero y aprecio mucho a la cultura, pues sé de muchos que por no tener más cultura no fueron capaces de andar más.
Amigos y amigas de cualquier sitio, de cualquier edad, nuestra ilusión es hacerte participe de nuestra asociación. No queremos, en modo alguno, que con nosotros te puedas sentir mal. Pues lo primero de todo que tenemos que ser es verdad, tenemos que estar dispuestos a aprender, a enseñar y a colaborar con los demás de cualquier sitio o lugar. Estamos muy abiertos a poder colaborar con los demás, ya que nuestra misión, una y mil veces es el aprender, el enseñar y el colaborar con nosotros mismos y con los demás. Confiamos, creemos en vuestra generosidad.
Un abrazo del mochuelo. Vuestro amigo Juan.
... Para todo aquel que quiera, … puedes colaborar con cosas culturales. Nos puedes enseñar o hacer pensar con manualidades, con algo que sepas hacer o elaborar. Gracias.
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