Busca lo que quieres


No te niegues, no te mientas, no te digas una y otra vez que no puedes o que ya lo has intentado. No te canses de buscar aquello que verdaderamente quieres, créeme si te digo que puede ser posible.

Recuerdo que me decía un amigo mío, chileno para más señas y que ya no está con nosotros, que EPD. Me contaba que cuando él tenía ocho o nueve años, jugaba con un amigo suyo algo mayor que él, en un descampado a la salida del pueblo, el cual le decía que buscase un tornillo que les hacía falta para lo que querían hacer. Y él buscaba y buscaba, pero no era posible encontrar ese tornillo y su amigo no paraba de gritarle que lo tenía que encontrar. Busca, busca… mi amigo no podía creer que al final encontrase un tornillo. 

No fue una sola vez la que me contó lo del tornillo. Más de una vez habíamos hablado de negocios y cosas por las que habíamos pasado, y siempre llegábamos a la conclusión que lo del tornillo muchas veces es la realidad de la vida, pues los dos habíamos venido a Barcelona a donde tuvimos que encontrar nuestro tornillo.

Cada uno de nosotros somos muy libres de escoger o estriar aquello que más nos pueda gustar, pues la vida, si algo tiene, es que está llena de colores, de matices y oportunidades, pero, amigo mío, busca y lucha por aquello que de verdad te pueda gustar. No te conformes con aquello que te quieran dar los demás. Conozco a mucha gente, de más o menos mi edad, personas medianamente cultas, que estuvieron, toda o casi toda la vida, en una máquina o en un despacho a donde eres uno más, que se conforma o incluso lo pasa mal.

Quiero y espero ser muy neutral, pues cada cual es muy libre de buscar ese tornillo a donde más le pueda gustar. Yo particularmente, tengo que confesar, y no sé si alguna vez más lo he dicho: dame trabajo, pero dame libertad de hacer y de soñar, pues si algo tienes cuando trabajas para ti es que hay que trabajar mucho, pero también no dejas de soñar y de hacer cosas, aunque muchas veces te puedas equivocar. Pero entonces hay algo muy verdad, que no puedes enfadarte con nadie, eres tú y nadie más. 

Pero sin más, creo que ha llegado el momento de empezar a compartir con todos vosotros un trocito más de mi verdad. Un trocito que quiero utilizar con alegría y con la participación de todo aquello que pude encontrar en mi caminar.

No puedo negar que he tenido unos padres excelentes, unos grandes trabajadores. Pero no quiero hablar de mis padres por hablar, sino por todo aquello que fueron capaces de transmitirme, casi sin hablar. Fueron ellos los que nos enseñaron su caminar. Del que tengo y creo que algo pude captar de aquellos padres analfabetos que casi sin hablar fueron capaces de transportar en mí, y en los demás hermanos, la verdad... La verdad de luchar, trabajar por el bien nuestro y el de los demás.

No sé si alguna vez os he dicho que tengo un pequeño local lleno de trastos (o de antigüedades), pues no creo se le pueda llamar museo. Es un museo, es un pequeño local lleno a reventar pues el espacio no lo puedo ampliar, y tengo muchas más cosas que colocar, que espacio hay en el local. Tengo antigüedades por más de un sitio. 

Lo cuento porque yo mismo estoy sorprendido. Hace ya unos años, teniendo ese pequeño local, me pasé tres meses muy solo, pero en el que pude colocar todo aquello que pensé que se podía colocar. Yo diría que quedaba solo el espacio imprescindible para poder pasar. Pues este año, hace unos meses, se lo enseñé a Astrid, una psicóloga con muchos contactos con residencias y demás, y me dice que ella estaría encantada de poderlo enseñar a muchos mayores de los que conoce, pero que hay una cosa que le estorba para poder entrar con sillas de ruedas. Y en ese mismo instante, me puse a soñar. Hoy yo solito y un poquito más, ya se puede entrar. Justo, pero se puede pasar. Ese era mi tornillo. El que me hacía falta para poder pasar.


Un abrazo de vuestro y nuestro mochuelo, vuestro amigo Juan.

Os prometo contaros un trocito más de nuestro mochuelo y de nuestro museo o local…

Foto de Steve Johnson


Comentarios

Astrid ha dicho que…
Querido Juan,

Que bien que hayas podido habilitar el local para que pasen las personas con movilidad reducida.
Seguro que a los visitantes de edad avançada les encantará ver todos esos objetos que les trearan muchos recuerdos de su pasado.

Gracias por invitarnos!

Entradas populares de este blog

Maldito tabaco

No te ates, no digas que ya no puedes

Ser mejor que ayer