¿Cómo te lo cuento, cómo te lo digo?




¿Cómo os lo digo? Quizás familiar, amigo o primo, quizás forastero o buen amigo, quizás conocido, para todos ellos, yo vivo y escribo. No importan los años ni lo que digo, importa que quiero y que quiero ser tu amigo. Como un forastero, como un conocido que vive, que sueña y quizás contigo. No importa qué sueño, tampoco lo que digo, no les des más vueltas, quiero ser tu amigo. 

Mi querido amigo. Pues, aunque no te conozco, quiero ser tu amigo. Porque dicen que el que tiene un amigo tiene un tesoro. Mi ilusión y mis ganas es tener muchos amigos y amigas. Y, no lo digo por decirlo, sino porque lo necesito, lo vivo y así lo digo mi buen amigo.

Qué bonito es ver a niños o niñas con la inocencia de niño cuando dicen a boca llena: “éste es mi amigo o mi amiga”, y qué pena el perder esa inocencia porque ya eres hombre o mujer y no te atreves del todo a decir a boca llena éste es mi amigo o mi amiga, porque más de una vez te pudieras equivocar. No me quejo de mi suerte. A pesar de algún desengaño, quiero pensar como un niño. Aunque mi expresión no sea tan a boca llena me gusta mucho el tener amigos, porque, de verdad, me siento más niño que mayor. Cuando escribo esto último me acuerdo de un tío mío… 

Como puedes comprobar, quiero ser más niño que mayor y me gustaría mucho recibir tus críticas, más bien constructivas que negativas, pero, amigo mío, sé tan claro y sincero como son los niños, pero no utilices el silencio, no lo hagas por mí sino hazlo por ti, pues estoy seguro de que te hace falta comunicarte y, si no lo deseas, te diré que no sabes cuánto te pierdes. Pero no por este escrito, sino por muchos de los que pudieses encontrar en el caminar de la vida.

Ni siquiera sabes cuanto beneficio te aportaría a ti que puedes, que sabes, que creo que quieres, pero no te atreves a decime a mí lo que piensas y crees de mí. No te lo calles, no lo hagas pensado en mí. Piensa en ti pues no sabes cuanto bien te estás perdiendo. Tú que debes considerarte algo en esta vida, tú y yo que presumimos de ser algo, no seamos cobardes, no te engañes y una y muchas veces en la vida que vivimos. Date el placer, la satisfacción de enfrentarte contigo mismo. Démonos el capricho de reconocer a nuestro enemigo: “El miedo” al que tú y yo tenemos que derrotar.

Gracias por darme luz y calor a mis escritos, gracias porque sé que estás ahí y solo te deseo lo mejor, porque si tu estás bien, yo también lo estaré. Date cuenta de que la mayor parte de tu vida te has dejado arrastrar por el dinero, por el trabajo, la sociedad y otras muchas cosas que les diste prioridad, por circunstancias de la vida. Pero ahora que te has dado cuenta, no dejes que la corriente de la vida te arrastre por donde tu no quieres. Date el capricho de vivir y de dejar vivir, y quita de tu mente malicias y rencores que te hacen sufrir. Y, piensa en ser dueño y señor de la parcela de tu vida sin temor y sin rencor. Quiérete mucho amigo mío y date el placer y el capricho de vivir.

Y ahora toca un trocito más de mi verdad. Para los que no me conocen pues no soy ni tan bueno ni tan malo como muchos de vosotros podéis imaginar. Os dejó para que cada cual sabrá juzgar. Quiero pensar el que soy alguien normal, pero que, en alguna ocasión, actúa más por el qué dirán que el creer del todo en su verdad. 

Nosotros, los ya un poco mayores, queremos darnos cuenta, sin entrar a profundizar, que somos de una época que no se podían decir mentiras, pero tampoco verdades. Pues, entre otras muchas cosas, jamás pudiste decir lo que pensabas o cómo pensabas. Lo nuestro fue el silencio.

No te calles, no ofendas a los demás, pero no dejes que tu silencio te haga daño. Demuéstrate a ti mismo de lo que eres capaz nada menos ni nada más. Pues quiero que seas valiente y no te importe tu edad. Perdona que yo no soy quién para aconsejarte, pues ni sé, ni tengo edad para decirte qué puede ser mentira o qué podría ser verdad. 

Lo que sí que podría ser verdad es que el que tiene un amigo tiene un tesoro. O, puede que yo me lo haya creído. Que estoy entre ellos y por eso quizás me tomo todas estas libertades, porque me creo que estoy entre amigos. 

De lo que sí que podríamos estar muy orgulloso es de nuestro Mochuelo. Es él, que, con su silencio y su agilidad de cazador, cada día nos demuestra más el poder captar a personas que nos puedan hacer mucho bien a nosotros mismos y a los demás.

Nuestra ilusión nuestro sueño es el poder volar porque creemos que nuestra misión un día más es aprender, enseñar y es el colaborar para hacer el bien a nosotros mismos y a los demás. Pues nuestra misión es el hacer el bien a nosotros mismos y a los demás. Y queremos y deseamos el poder volar.


 Un abrazo, de nuestro mochuelo, vuestro amigo Juan.


Foto de Andrea Piacquadio


Comentarios

Entradas populares de este blog

Maldito tabaco

No te ates, no digas que ya no puedes

Ser mejor que ayer