Nunca te des por vencido
No te des por vencido. Sé que no es fácil ni sencillo. Te comprendo, te entiendo, pero no quiero compartir contigo la idea de que eso solo sea para unos pocos privilegiados, cuando ha de ser para hombres, mujeres ricos o pobres y para todo aquel que tiene ganas de vivir.
Lo primero que se me viene a la cabeza, algo que pude contemplar los otros días: un niño o niña empezando a andar. El montón de veces que probamos, hasta que por fin echamos a andar. Creo que es la época en que nadie te dice (al menos que yo sepa) no lo intentes, pues normalmente los animamos, les ayudamos y hasta los aplaudimos porque creo que es la única época cuando aplaudimos con ganas y con sinceridad.
Digo lo de los niños porque después, de grandes, pocas veces aplaudimos con alegría o con sinceridad. Casi a todos nosotros, por regla general, no nos gusta que los demás empiecen a andar. Nos cuesta aplaudir porque quizás nos vayamos a equivocar. Nos cuesta mucho aplaudir a los demás.
No sé si alguno de vosotros habéis sentido alguna vez el calor de un aplauso, sobre todo cuando empezasteis a andar “ya grandes” o porque empezaste algo que tenías dudas de empezar y, alguien te dijo adelante y si te caes ten coraje para volverte a levantar. Nos da miedo opinar y que se puedan enterar los demás y mucho más si te pudieras equivocar. No nos atrevemos a opinar, pero sí muchas veces a criticar si lo hizo bien o mal.
Pero amiga, amigo yo hoy me atrevo (quizás porque el papel es noble y me deja opinar). Nunca te des por vencido. No te importe, pues según la edad que tengas, todo el mundo te dirá que ya hiciste bastante, que ya a tu edad qué quieres demostrar, y que casi todo lo que hagas será en contra de los demás. Muy difícilmente alguien te aplaudirá. Pero, amigo mío, no importan los años, no importa la edad, importa la salud y las ganas de luchar, y, además, importa mucho tu sociedad.
Sí que es muy verdad que no importa la edad, pero que sí importa la edad. La edad no perdona, pero la que no perdona es la sociedad, la que te condena y te ata de pies y manos sin haber cometido ningún delito. No condenéis a la persona que quiere, que le gustaría hacer algo más. Dad la mano a esa persona que quizás pudiera dar algo más a los demás.
Sabemos que hay personas que a los cincuenta se sienten viejos, y no por una enfermedad. Decir jubilado, ha de ser una satisfacción personal, la que puedo aplaudir sin más. Pero no puedo aplaudir al jubilado en general. Déjale vivir, déjale caminar. Mientras pueda no le quites de cuánto pueda disfrutar. Déjale disfrutar con todo aquello que quizás antes no pudo disfrutar.
Hay personas que una vez jubiladas creen que algo más pudieran dar. La edad ahí está, no la podemos engañar, pero si a alguien le gustase dar algo más, por qué condenarlo. Decidme jubilados, qué pecados hemos cometido para que nos aten de pies y manos por el solo hecho de estar jubilados.
Pero… sigo con un trocito más de mi verdad, y que conste que no lo hago como si fuese una continuidad de mi escrito. Sino una continuidad más de mi verdad. Me creo un tipo afortunado, por mi salud, por mi familia y porque todo o casi todo lo que hice en mi vida siempre fue trabajar, pero haciendo casi siempre lo que me ha gustado. Y no tratando de hacer el mal.
Yo fui feliz guardando cochinos y fui feliz en el campo, no tan feliz quizás en la mili, aunque creo que la mili me sirvió de algo para estar hoy donde estoy, pues no creo ser ni más ni menos que tú, pero sí que me siento capaz de escribirte, y además sentirme vivo, pero sobre todo no fui un amargado ni morí estando vivo. Sali voluntario para conductor, y con las quinientas pesetas que me mandaron mis padres para licenciarme, me saqué mi carné de conducir, el que tiene parte de culpa de que esté hoy aquí.
Creo estar un año o algo más buscando trabajo de chofer en los alrededores de mi pueblo- También en Sevilla, a donde me contestaron, poco más o menos, que los choferes de camiones, eran casi todos chicarrones del Norte, altos y fuertes. Algo que quedaba muy lejos, para Juan.
Alemania, está de moda, y de necesidad, me apunto y no es mi gran destino, pues como trabajador sin oficio soy un emigrante de los últimos por la cola, ayudante en una maquina cortando chapas. Se me hacían los días largos, pues mi superior, un Italiano más seco que un palo, nunca jamás intentamos cruzar alguna conversación. No llevaba muchos meses cuando un día decidí hablar con el intérprete, por cierto, catalán y decirle que me gustaría cambiar de trabajo, y me dijo que tendría que subir a hablar con el jefe de sección. Creo que no fue el mismo día, subimos. Le dije lo que quería al intérprete, me dijo que si no estaba contento que le reclamara a Franco y si no, que eso era lo que había.
Aguanté un año justo por si tenía que volver y poder encontrar otro trabajo, ya que esa eran las normas según decían. Después de un año ya podías buscar trabajo en otra empresa. Vuelvo al pueblo un tanto desilusionado, pero no pasa mucho tiempo y sueño que podría comprar un tractor, y lo comento con un cuñado mío. Nos hacemos socios y compramos un corralón viejo el que había que hacer de nuevo para que fuese un garaje. Yo tengo muy poco dinero, mi cuñado no sé cuánto dinero tendría, yo sí sé que después de unos meses aquello se terminó. Hoy tengo que reconocer que quizás yo me equivoqué.
Pero si no te sabe mal lo dejamos para otro día, no quiero cansarte, pues quiero no sea simplemente un escrito. Quiero disfrutar y que tú disfrutes, pues además hoy me atrevo a preguntarte qué opinas de éste mi blog el mochuelo, pues me gustaría, después de un tiempo, saber tu opinión. Te agradeceré que me riñas o que me aplaudas, o que lo compartas conmigo… hoy pude ser un gran día. Como si fuese hoy el primer día, te lo agradeceré.
Nuestro mochuelo estará encantado que puedas opinar.
Un abrazo de nuestro Mochuelo, vuestro amigo Juan
Comentarios
Me encantan todos tus artículos, pero creo que este tiene un valor especial porque pone en relieve una necesidad que tenemos todas las personas, y en especial las personas de edad avanzada que ven como ya han recorrido la mayor parte del camino. Se trata de la necesidad de mantener viva la ilusión de aportar todo lo bueno que hay en cada uno de nosotros/as.
Vosotros/as, las personas mayores, lleváis a cuestas unas mochilas cargadas de historia y sabiduría que muchas veces son menospreciadas por las personas más jóvenes en una sociedad que quiere denominarse "avanzada". Lo cierto es que no se puede avanzar sin echar una mirada atrás y aprender de las experiencias pasadas.
Todas las personas necesitamos tener ilusiones y retos por los que vivir. Pero es cierto que a menudo las personas de cierta edad encuentran poco apoyo para conseguir cumplir sus sueños porque muchos se preguntan ¿para qué si ya ha hecho su vida?. Yo creo tener la respuesta a esa pregunta: para sentirse todavía útil, para aportar valores a la sociedad, para dejar un legado, en definitiva, para ser feliz y hacer felices a los demás. Yo estoy plenamente de acuerdo contigo, hay que volar y perseguir las ilusiones que uno tiene en la vida mientras pueda. Eso si, siempre con los pies en la tierra.
Ya sabes que cuentas con mi apoyo en las pequeñitas cosas que te puedo ayudar.
Un fuerte abrazo.
Astrid