Soñador
Contento estoy de que alguien muy querido y allegado me llame ensoñador. Algo que no me creo ni desmiento, pues, el soñador debe ser o ha de ser muy valiente si quiere o desea poder cumplir sus sueños. Pero ¿Quiénes y como puede ser un soñador? ¿Se nace, se hace o se aprende a soñar?
No me obligues a decirte si es bueno o no es bueno soñar o no soñar, porque sin querer yo podría confundirte. Yo quizás, antes que decirte nada o contarte nada, me gustaría que tú lo descubrieras por ti mismo. Y así tú podrás juzgar si es mentira o verdad.
Hoy, sin estar previsto, voy a empezar contando un trocito más de mi verdad. Y no porque yo tenga prisa, sino porque mi guion parece que me lo permite.
No sé si alguna vez os he contado que uno de mis primeros sueños fue conducir un camión. Que yo recuerde, con unos seis u ocho años yo guardando cochinos, a la orilla de la carretera, vigilado desde lejos por mi padre o hermano y veía pasar un camión colorado que en la temporada de las aceitunas pasaba diariamente desde Pruna a Setenil o de Setenil a Pruna. Sobre todo, en el tiempo de la recolección.
No os cuento toda la historia, pues creo ya la había comentado en algún que otro post. También pienso que os he contado que me gustaba mucho escuchar historias de alguien del pueblo que había probado suerte fuera. Y que, sobre todo, eran historias casi todas positivas. También tengo unos recuerdos muy vivos, aunque muy escasos, de escuchar a mi padre contar algunas anécdotas. De mi tío José, de algunas de las temporadas que él pudo estar en San Pablo o en Algeciras, pues yo creía que eso estaba muy lejos. Pero sí que eran cosas cercanas a lo que podía haber hecho mi tío. Por ejemplo, con el agua del rio, y luego más tarde con los tractores, algo que yo también hice, por cierto, con resultado muy negativo. Pues creo que lo que hice de llevar el agua al cortijo, fue unos de mis primeros sueños, aunque ya casi quedaron en el olvido.
Pero perdón a mis lectores pues no quiero de modo alguno haceros perder el tiempo con mis recuerdos. Solo una cosa: no me creo tan mayor a pesar de saber la edad que tengo. No puedo negaros, y no lo digo estando seguro, pero me creo, que hoy un chico o una chica con diez o quince años sabe mucho más que yo, cuando yo tenía quizás unos veintitantos años. No quiero mentir y tampoco juzgar a los demás. No sé si sueñan o no sueñan los demás, pero veo, vivo y siento cuanto es de grande el mundo, y cuantos hay de nosotros que podemos hacer por nosotros mismos y por los demás. Pues mi mundo antes de venir a Barcelona era tan pequeño, que ni yo mismo me lo creo que sea verdad.
Por eso quizás, acepte que me digan que soy un soñador. Sueña despierto si es que te gusta soñar. Sé un amante de volar, no esperes a cumplir muchos años para ayudarte a ti mismo y ayudar a los demás. Da ejemplo de tu cultura, de tu saber y vuela muy alto y no mires solo el dinero, busca tu bienestar y tu felicidad. Y, además, intentemos dejar huellas por donde podamos pasar. Pero todo esto son cosas mías. Puede que muchas de ellas no las entienda más que yo o alguien parecido a un soñador.
No puedo decir que todos mis sueños fueron cumplidos, todo lo contrario. Si así fuese, yo sería no sé qué. Pero sí que debo decir que muchos de ellos o algunos fueron cumplidos. Sí que estaría muy mal por mi parte, enumerar algo de lo ya cumplido. Solo puedo decir con seguridad, que con buenos y menos buenos sueños cumplidos, es algo que hemos vivido. Y todo lo que sea vivir bienvenido sea. No hagáis caso de un soñador despierto. Pues si tú no lo eres, será muy difícil seguirle o entenderlo.
Me arriesgo, si tú me lo permites, a pesar de mi incultura, a aconsejarte. Jamás dejes ese papel escondido donde nadie lo vea, publícate, aunque los demás puedan reírse de ti, haz como que no te enteraste de lo que decían. Y sigue soñando, aunque la noche este fría, no te rindas. No dejes jamás que tus sueños sean una carga que no fuiste capaz de descargar en ninguna parte. No dudes de que detrás de ese sueño puede haber algo de lo que menos te podrías esperar. No dudes de cuánto vales, de cuánto sabes y de cuánto eres capaz. Pues quizás nunca te pusiste a prueba. Me dirijo a ti para decirte que lo pruebes, aunque te parezca tarde, siempre estás a tiempo de volver atrás, aunque sé que nada es fácil.
Hoy me atrevo a contaros algo que leía un día en un libro. Era una entrevista que le hacían a la hija de las atracciones de Disneyland o algo parecido. Lo cierto es que un francés le preguntó: ¿Si esto lo hubiese visto su padre? A lo que ella le respondió: mi padre ya lo ha visto. Pues algo así creo yo que son los sueños. Algo que los demás no ven, pero que el soñador ya lo está viendo, lo que no quiere decir que todos los sueños sean tremendamente buenos. Pero quizás será mejor soñar y si puedes dales vida a tus sueños.
Me atrevo y no me atrevo, pero me atrevo. Jóvenes, hoy el mundo se hizo muy pequeño, el más distraído casi sabe dos idiomas o más. Sabes que difícilmente te puedan traer, algo a tu casa por guapo o guapa que puedas ser. Nadie más que tú se ha de preocupar por hacer y volar donde creas puedes volar, pues serás tú el que te has de preocupar, ya que hoy, con móviles o sin móviles, el mundo está lleno de grandes oportunidades, las que hay que buscar.
Les recuerdo a los más jóvenes, y les digo que cuando uno salía del pueblo, por razones “x” siempre había un padre o una madre preocupada por su niño y no digamos si era niña, pues siempre se buscaba alguien al que pudiera conocer, para que se encargara de alguna manera, por su niño o su niña. Recuerdo que cuando yo me fui a la mili, a Zaragoza, y sin conocer a nadie y además lo lejos que estaba Zaragoza, tan lejos que derramé, o derramamos lágrimas para llenar un barreño. Y no digamos nuestros familiares.
Sed valientes. Id solos por la vida, pero no vayáis solos. Llevaos la mejor información, cultural si puede ser, un saco lleno. No despreciéis vuestra cultura, pero jamás despreciéis la de los demás. Y volad tan alto como podáis volar. Nunca se sabe todo, pero sí que se puede soñar, pues cada cual con sus posibilidades. No dejaros atar por el que dirán, ni por el miedo de los demás. Sed vosotros mismos y empezad a cumplir sueños, sueños que son tuyos y de nadie más. No dudes que, en tu camino, te podrás encontrar frutos y semillas. Las has de sembrar. Estríalas y, las que más te gusten, son las que has de sembrar.
Nuestro mochuelo, un día más, goza de salud. Debemos de estar diariamente agradecidos a tener salud y a estar inyectando amistad, seriedad, ilusión y ganas de soñar. Por su bien y el de todos los demás. Porque quiere luchar, quiere volar. Y tiene ilusión, ganas de poder soñar y hacer todo de lo que cree que es capaz, porque nuestra misión, es aprender, es enseñar y es además colaborar con los demás. Con hombres y mujeres de cualquier edad de las que aprendemos, y además podemos enseñar. No dudes jamás de llamar a esta puerta pues siempre estará abierta para hacer algo que pueda enseñar a los demás. Desde un administrativo a alguien al que le gustaría poder enseñar aquello que aprendiste y sobre, lo que seguro, que eres un maestro de verdad. No lo puedes guardar en ese cajón de los olvidos. Te esperamos.
Y si nos lo permites un día más, déjanos soñar, pero también déjanos volar porque nuestro Mochuelo está deseando llegar a cualquier puerto o lugar donde él pueda colaborar y hasta soñar.
Un abrazo de nuestro Mochuelo, vuestro amigo Juan.
Comentarios