Inversión contigo mismo


No es fácil ni sencillo invertir en nosotros mismos. Porque creemos, porque pensamos, muchos de nosotros, que han de ser los demás los que nos han de dar las herramientas para caminar y ser felices.

Pero amigo y amiga, nadie duda de que ni tú ni yo podemos tener todas las herramientas que realmente necesitamos para caminar por la vida, pero tú, yo y nosotros, o muchos de nosotros, nos hemos creído y acostumbrado a que cuando llegamos a una cierta edad, tenemos todos los derechos del mundo a que nos han de dar, y que nos han de ayudar. Pero quizás, no nos dijeron que todos teníamos que colaborar, por el bien nuestro y el de los demás.

Estoy muy contento y orgulloso de poder tener una jubilación y siento y me duele por aquellos que tienen una mínima y pobre o ninguna pensión. 

Quizás no hemos pensado, ni enseñado a todos por un igual. Nosotros somos una parte de nuestra sociedad, con la que tenemos que contribuir y dar lo que buenamente podamos, sea por ley, o por lo que esté regulado a dar. 

Yo no soy quien, ni tengo medios ni fuerzas para poderte ayudar, porque creo, pienso que ya eres lo suficientemente mayor para saber lo que puede estar bien o mal. Y que tú has de poner de tu parte. Queramos o no queramos, debemos de colaborar. 

No puedo, pero además no quiero, pensar en hombres y mujeres mayores y no tan mayores que no tienen nada que hacer ni nada con que soñar. Y siguen esperando una lotería o algo que les pueda beneficiar, pero que no se inventan nada para favorecerse a ellos mismos y mucho menos a los demás. 

Es lástima que vivamos en una sociedad en la que casi todos nos quejemos y lamentamos de cuanto nos va mal. Y, pocos de nosotros, damos gracias a la vida, a Dios o a la sociedad. 

Pido perdón a aquellos, pocos o muchos, que tropezaron una y muchas veces más o a aquellos otros que se dejaron la piel y no pudieron jamás encontrar lo que les faltaba. 

Y, gracias a todos aquellos que creyeron que sería posible, y que al final lograron aquello que pretendían. Y a todos aquellos que lo intentaron una y mil veces y lo pudieron lograr. 

A todos ellos, gracias por cuanto nos enseñaron, nos aportaron y nos dieron.

Hoy, un día más, nos tocaría hablar del pasado, pero quizás de un pasado reciente. Ya que con la pandemia y no la pandemia, hemos disfrutado de unas minivacaciones de semana Santa después de unos años sin vernos. Es algo que te llena y te satisface solo por el hecho de encontrarte con tus familiares y amigos.

Para mí y para una gran parte de mi familia, podemos decir que ha sido y que fue un gran acontecimiento, ya que hemos tenido la gran suerte de poder aprovechar estos días para disfrutar, sobre todo, de nuestros familiares. Pero, además, creando un compromiso familiar para hacer algo por nuestros abuelos maternos, para nuestros padres y con la fe y la esperanza que haremos también algo por mis abuelos paternos.

Con vuestro permiso, os cuento algo que no sería el primer caso que se podría contar. Pero éste es muy reciente. 

Como ya os he comentado en otros posts, en nuestra asociación El Mochuelo, una de nuestras tareas es la de recoger libros que nos regalan y la verdad es que nos sobran libros.

Cerca de donde vivo, en un pueblo cercano, me dijeron que había una señora que también recogía libros, por lo que me puse en contacto con ella para llevarle unas cuantas cajas de libros. 

Es una señora a la que han operado dos veces de la cabeza a vida o muerte, y la que según ella me contaba, había tenido y tiene muchas papeletas para que un día tenga que dejarlo todo.

Pero, todo lo contrario, a lo que pudiera pensarse, es una señora con ilusión, con ganas de vivir, y además con ganas de hacer el bien a los demás, aunque algún día se encuentre muy regular. Su misión es clasificar libros y vender libros desde un euro hasta un máximo de tres euros. Libros que nos sobran o no queremos los demás. 

La satisfacción de esta señora es hacer el bien a los demás pues ella disfruta viendo cómo puede ayudar, invirtiendo lo que gana vendiendo libros y comprando, para el que lo necesite, desde una silla de ruedas hasta una grúa para poderse levantar un enfermo de su cama. 

Compañeros compañeras, un ejemplo más de esta nuestras vidas por la que tenemos que luchar e intentar en lo posible hacernos bien a nosotros mismos y a la vez a los demás. 

Mientras tanto, nuestro Mochuelo nos desea coraje y buena voluntad.

Un abrazo de vuestro amigo Juan. 


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