Cuesta empezar



Cuesta empezar. Pero cuesta cambiar y cuesta dejar cosas que tu creías que eran para toda la vida, y cuesta mucho el pedir ayuda a los demás, y cuesta el dejar tus miedos para volver a empezar.

Una de las primeras cosas que aprendemos en nuestras vidas, es a pedir ayuda a los demás y a preguntar y preguntar. Pero no han de pasar muchos años para que nuestra curiosidad empiece a notar que parece que no es bueno preguntar. Algo que vamos perdiendo voluntariamente porque vemos que no lo hacen los demás. Y así seguramente vamos dejando poco a poco esa bonita y sana curiosidad, la que hace perder esa confianza en los demás. Y yo me pregunto o te pregunto ¿tanto cuesta preguntar? Creo que mucho más de lo que nos podríamos imaginar. Es muy normal no preguntar cuando somos mayores y menos mayores. Es normal no pedir ayuda a los demás, pues no está del todo bien visto preguntar. 

Pero amigos, compañeros y compañeras, una y mil veces más nos tenemos que levantar porque, queramos o no, la vida es caminar y caminar, si es que deseas llegar. No tengas miedo a la vida ni tampoco al preguntar. Sé consciente de quién eres, no dejes de ser tú mismo, no vuelvas la vista atrás. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. 

No intento convencerte para que vuelvas a preguntar. Es tu vida, son tus miedos, son tus ganas de llegar. Y, no te importe lo que digan, qué preguntas o qué no preguntas, no escuches el qué dirán. Es tu vida, son tus años, es tu edad y no dejes de ser sincero. No dejes de ser verdad y seguro que no muy tarde tú vuelvas a preguntar. Y llénate de la vida y de tu propia verdad.

Mientras tanto, yo camino. No quiero dejar de andar y quiero contarte algún trocito de mi vida, un trozo de mi verdad.

Amigo, compañero y conocido, no puedo engañarte y no me puedo engañar. Hace ya no muchos días, precisamente el día de mi cumpleaños, me encontraba con un matrimonio y salió sin saber el porqué, el tema de la edad. Yo les confesé que ese mismo día yo cumplía años. Que estaba feliz y que me encontraba bien. Y, les dije algo que mucha gente no quiere creer o ni siquiera oír.

Me dijo ella que estaba muy contenta de haberse jubilado, pero es que además me decía que tenía unas ganas locas de jubilarse. Yo le confesé que yo también me jubilé y que lo hecho ya está hecho, pero que siento la necesidad de no estar jubilado, pues, en más de una ocasión, me dijeron es que usted o tú ya estás jubilado. Y, no quiero saber cuánto les pueda doler a los demás, pues cada persona es un mundo, pero no hay derecho que por que tú estés jubilado, tus ideas, tus ganas de hacer queden totalmente nulas. Es una lástima, y no lo digo por mí, que también me duele, sino por muchos otros que les cortaron las alas de la noche a la mañana. Es verdad que hoy puedes tener otras opciones, pero con todo y con eso, eres un jubilado con pocas posibilidades. 

Pero todo esto será cierto o no cierto, bueno o menos bueno, pero lo que sí que es muy verdad, que de saber todo lo que he podido vivir yo, no me hubiese jubilado hasta no sé cuándo. Y no lo digo porque no me haya adaptado. Me he adaptado a las circunstancias, al menos que yo sepa, pues ahora yo sigo queriendo, pero no puedo. No puedo negar que más de un día pienso, y me duele, el estar jubilado. Y no creo sea nostalgia o los años, si no el mero hecho de morir antes de morir.

No desprecio ni maldigo la jubilación. Pienso y creo que no pudieron hacer cosa mejor, pues en la propia pandemia supimos que gracias a la jubilación más de una familia pudo salir a flote. Hoy recuerdo a mi abuela, la madre de mi padre, no quiero engañaros, pero siendo muy niño comentaba con una vecina lo que le daban cada mes. Quiero recordar 25pts., las que recibían con mucho agrado. 

Querido amigo jubilado, no jubilado, hombre o mujer de cualquier edad, date el capricho, incluso de tropezar y volverte a levantar, date el placer a equivocarte y de volver a empezar. No creas que ya no puedes, que puede ser que no sea verdad. No creas por lo que digan o por lo que te puedan contar. Sé tú mismo, sé quién eres ser. Sé verdad.

Mientras tanto, yo te aprecio y quiero verte caminar. Sé valiente contigo mismo, no dejes de preguntar. Y créete que eres niño y vuelves a preguntar. Que alguien que bien te quiera, seguro que te responderá.

Te espero en el camino. No eches la vista atrás, camino que ya anduviste no lo volverás a andar. 

Y de parte de nuestro mochuelo, un abrazo lleno de paz y felicidad, vuestro compañero y amigo Juan.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Maldito tabaco

No te ates, no digas que ya no puedes

Ser mejor que ayer