Hoy me atrevo
Mi querido amigo, nuestro blog, nuestro mochuelo: No decaigas nunca, sabes que te quiero y quiero que no te importe nada no ser el primero, pero sí que te digo: no tengas pereza ni tampoco miedo de correr caminos, montañas o pueblos, sin ser cuanto quieres ser, ni lo que yo quiero y sigue buscando aquello que buscas, mi fiel compañero. Tenemos barreras, también un poco de miedo, pero no te importe, sueña despierto. Creo que puedes luchar por ti mismo y por cuánto tenemos. No importa el camino, tampoco lo lejos. Sí que nos importan tus propios sueños, los que te dan las fuerzas para no tener miedo.
No quiero creerme que no tengo miedos. Lo pienso, lo dudo y al final me atrevo a querer la vida y a cumplir con mis sueños. Y, me cuesta mucho. No quiero creerlo, pero sí que me atrevo. Sé que nos falta mucho para ser un experto y, a pesar de todo, yo sigo escribiendo, con ganas y con fuerzas. Aunque tenga miedo, os sigo esperando, y también queriendo.
No me importa escribirte y contarte mis sueños y decirte algo de lo que llevo dentro, compartir contigo recuerdos, o sueños. Hago cuanto puedo. Intento decirte lo que creo. Quiero que no te rindas, que cumplas tus metas y tus sueños. Que luches por ello.
Sabes que te escucho, mi fiel compañero. Te espero en la lucha que tenemos, no te pares nunca. Quiero que camines y no le temas al frio, a la lluvia, al viento ni al hielo. Y quiero que sueñes y no digas nunca no puedo o no creo. Y si tropezases o cayeses al suelo, quiero que te levantes. Piensa que te esperan y que yo también te espero. Y, no digas nunca, no puedo o no quiero.
Y si me permiten un día más, intento compartir un trocito más de mi verdad…
Recuerdo y te cuento, que creo que fuimos pioneros en la zona con los ordenadores. Y, no porque fuésemos los mejores o porque yo creyera en los ordenadores, pues tardé años para medio entender y comprender las ventajas, que para mí y para el restaurante podía tener un ordenador frente a, por ejemplo, una máquina registradora. La ventaja y la suerte de todo esto fue que mi hijo iba para ser ingeniero informático y el contable era casi un experto. Aunque yo no sabía para lo que serbia, no tuvieron que convencerme para comprar un ordenador. Recuerdo que el día que lo trajeron. Vino un señor y me explicaba y me explicaba cuántas ventajas tenía el ordenador para el restaurante. Las mismas que comprendía, pero muy difícil que a mí me entraran en la cabeza. Mi hija no dudó, pues sin ser una experta, con muchas ganas de aprender, para ella fue casi un juego. Para mi más de un día fue un calvario. Pues a mi dame cualquier trabajo antes de estar cobrando y mucho menos con el ordenador. Pues una vez más tengo que deciros que a mí no me gustaba cobrar y mucho menos cuando se puso el ordenador. El día que estaban algunos de mis hijos para cobrar, para mí era un gran descanso y me hacían feliz. No me da ningún miedo decir, una vez más, que mi familia fue clave en todo el desarrollo de mi restaurante.
Pero la vida continua. A pesar de muchísimas contrariedades, las que normalmente no faltan en cualquier negocio. Pues como en todo, te ha de gustar lo que haces. De lo contrario, es muy difícil tirar para adelante. Recuerdo más de un día en el que me había de acostar todo cansado y muy cabreado, pero jamás me hicieron daño a la hora de dormir. No puedo presumir de ser experto en ninguno de los temas que se presentaban en el restaurante, pero sí que había ganas de servir y cumplir al máximo con nuestras obligaciones.
Empezando por nuestros proveedores, a los que intentábamos pagar religiosamente los días quince de cada mes, lo que creo agradecieron la totalidad de ellos. Aunque por nuestra parte hubiese una exigencia como el peso del producto, la calidad, y el no entrar en la cocina al menos que hubiera una necesidad. No puedo negar que fuimos muy exigentes en aquello en lo que estábamos convencidos. Pues creo que ya he dicho antes, que nuestros conocimientos no eran grandes en casi ninguno de los temas del restaurante. No hay que dejar de reconocer que no es un solo palo el que hay que tocar, y que siempre hay alguien que trata de colarte un gol. Como aquel amigo proveedor con la carne.
Pues no dejo de recordar en aquellos primeros años nuestro cocinero fumando en la cocina, lo que ayudaba a tolerar a los demás como ejemplo a nuestros camareros que entre plato y plato aprovechaban para dar una calada. Creo cuando el cocinero marchó, aprovechando la oportunidad, se decidió que en la cocina no se podía fumar, algo que a más de uno no pudo gustar. Cuento lo del tabaco, hoy ya pasado el tiempo, porque creo que los negocios no pueden ser blandos con nadie que le pueda perjudicar. El negocio puede ser bonito o como tú lo quieras montar, pero algo muy importante: tú, en el negocio, has de ser que muy verdad, incluso con la familia, si están dentro del negocio. El negocio, fuese, el que fuese es algo muy particular y tú como jefe lo has de mostrar con sinceridad y mucha verdad, contigo mismo y con los demás.
Mi alegría, mi satisfacción era por encima de todo, mi cliente. Y, que conste que no siempre lo hice bien. Hoy, abiertamente, les pido perdón. Una gran mayoría de nuestros clientes nos quiso, nos apreció y nos valoró. Y, eso, aunque no quieras, te llena de fuerza y de valor. Por eso el pedir perdón por mis errores cometidos es lo menos que creo que les puedo dar. Gracias a todos los que desde un primer día nos supieron apreciar. Yo diría que fueron muchos los que, sin duda a equivocarnos, podríamos contar como clientes que nos apreciaron.
Nos queda mucho que aprender, mucho que andar, aunque ya no estemos en el restaurante. El otro día leía “Aunque supiese que moriría mañana hoy todavía me gustaría plantar un árbol para que los que vienen mañana, disfruten de su fruto o de su sombra”. Pienso que es una linda forma de pensar.
Amigo, amiga, nunca es tarde. No te niegues a tu voluntad de ser valiente y no dejes de jugar, porque hoy me atrevo.
Compañero, compañera, yo te espero. No tengo ni idea de dónde seremos capaces de llegar, pero no te aburras, no dejes de cantar o jugar. Date el capricho de aquello que medio puedes hacer y disfrutar.
Mientras tanto, un día más, deseo que estés lleno de felicidad.
Vuestro mochuelo, tu amigo Juan.
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