No te rindas
Querida familia del mochuelo de la amistad, no puedo ocultar que estos días estoy de vacaciones. Una suerte, pero no menos suerte que para aquel que no está de vacaciones. Quiero y deseo que seas feliz allá donde estés y con quien estés y que no seas un amargado de la vida porque no tienes según qué cosas.
Hace no mucho rato, he saludado a un señor que tiene un bar. Le he preguntado cómo está, como algo natural. Me ha contestado “ya puedes verlo, aquí trabajando como… “.
Creo que entiendo que muchos de nosotros no estaríamos contentos ni en una confitería.
Queridos amigos y amigas, no ignoro que haya mucha gente que lo esté pasando muy mal, algo qué no podemos ignorar: una enfermedad, una desgracia familiar, un accidente y muchas cosas más que suelen pasar. A todos ellos ánimos y fuerzas para luchar.
Los demás, muchas veces nos quejamos porque creemos que es como una necesidad. La vida, la felicidad, es algo más que estar en la playa o tener un bar. No podemos ni debemos quejarnos constantemente porque pensemos que todos los demás están mejor que nosotros. Por lo tanto, demos gracias a la vida, a quien tú quieras, pero intenta disfrutar de lo que tienes.
Y para no cansarte más, un trocito más de mí verdad.
Hoy no tengo ordenador, pero me conquistaré a alguien que pueda colaborar antes de que todos vosotros os quedéis esperando el qué dirá el Mochuelo.
Recuerdo que nos quedamos ya en el restaurante, casi sin dinero. A pesar de todo, sigo enamorado. Lo primero es aprovechar lo que me gusta o quiero para economizar. Las sillas que había de madera se las llevó un carpintero para reparar. Aprovechamos las sillas y las mesas.
Estamos entregados en cuerpo y alma en que hay que abrir el restaurante, aunque faltan detalles.
Al principio de la negociación del restaurante, por mediación de un gestor que yo conocía, me dijo que él conocía a una abogada. Ésta vino a ayudarme y a aconsejarme.
Yo ya había dado una paga y señal.
Muy pocos días antes de abrir el restaurante vamos a Igualada a firmar la compra y a hacer las escrituras. En esos momentos, la obra está casi terminada.
Estando en el notario, pudimos ver que el restaurante no existía. Estaba totalmente ilegal pues la ubicación no es la apropiada. Me dice la abogada que no firme y que lo deje todo hasta que todo esté claro. Yo le dije a la abogada que yo firmaba y me dijo ella “pues usted mismo, pero le están vendiendo algo que no está legalizado, aunque usted pueda trabajar”.
Le repito a la abogada que yo firmaba la compra-venta pues el restaurante llevaba 10 o 15 años trabajando y que yo no creía que no pudiese trabajar. La abogada me dijo algo como “lo que usted diga, pero conmigo no cuente”. No sé cuánto le tuve que pagar, pero ella no me dijo nada más.
En esos días salgo a pedir a dos o tres bancos, al ser posible dos o tres millones de pesetas.
Nadie me escuchó.
Mientras tanto, vamos haciendo cuanto podemos y más de un detalle tiene que esperar. Pero sí que es verdad que, después de exigir mucho a paletas o pintores, llega el momento en que tenemos que poner fechas para abrir el restaurante.
Quizás todos los demás, o casi todos, ven en mí la persona que va a fracasar. Empezando por los albañiles (que puntualmente venían a cobrar), al pintor (creo ya había dicho que tuve que darle un ultimátum). Y en casi todo esto la negatividad si lo que hacía estaba bien o mal.
No dudé de mi valentía, no dudé en ningún momento de mi lealtad, pero no puedo negar que escuché demasiado a los demás. Algo que para mí fue muy negativo.
Somos muy novatos en el oficio. Hay muchos inconvenientes para continuar, pero lo más importante es que en ningún momento perdimos la ilusión ni las ganas.
Pero hoy me vais a permitir que otro día os cuente un poquito más de mi verdad.
Mientras tanto os deseo toda clase de felicidad en un verano que se presenta muy caluroso.
Nuestra misión es ver cómo y de qué manera podemos disfrutar más de estas nuestras vacaciones.
Quiero creer que tú puedes decidir no quejarte.
La vida es un camino que debemos de andar y debemos de ser valientes para luchar y llegar.
Nuestro mochuelo, amigo Juan.
Comentarios