Queremos llegar
No queremos olvidarnos de esa edad, cuando ya sabemos atarnos los zapatos hasta una edad que a todos nos gustaría llegar, no queremos olvidar nuestra realidad, la realidad de aprender, de enseñar y de poder colaborar con los demás, para que así, quizás un día, poder cosechar, más o menos todo aquello que pudimos sembrar. No dudes de cuánto vales, de lo que eres capaz. No dudes de tu valía, de tu propia voluntad. Sé valiente, generoso, sé leal.
Querido amigo y compañero del mochuelo, no podemos engañarnos porque tú sabes que no debemos engañar a los demás, sino que probablemente te engañes a ti mismo. No dejes todo para mañana, no dejes que lo hagan los demás, sé uno de aquellos que honestamente está dispuesto a llegar donde tú crees que puedes llegar. No te digas más que no sabes o que no tienes la edad. La vida está llena de dificultades, y además para aquellos que no nos gusta madrugar, la vida es un camino el que cada cual ha de andar, no te niegues lo que sin duda podrás disfrutar.
Y si me permites un trocito más de mi verdad…
Accidente con el camión que sin duda hay que olvidar. Pues recuerdo de un compañero que me dijo: quítate de la cabeza lo ocurrido y sé consciente de que hay que continuar, pues todo accidente pasa por algo o por alguien. Continúo con mi horario y obligaciones. Si que es verdad que en esos meses o quizás un año, se había empezado la autopista que cruzaba el rio Llobregat. Los pilares que se hicieron no podían parar ni de día ni de noche, por lo que sin duda había que suministrar material a cualquier hora.
Podríamos decir que eso ayudaba a tener más posibilidades: como cambiar de coche o hasta cómpranos una parcela a medias, pues siempre se dijo que si algo quieres te lo has de ganar.
Recuerdo siempre una de las primeras visitas que me hizo mi padre, que no tenía ni un pelo de tonto, pero sí que era un hombre que solo vivió del campo. Un día estuvo lloviendo toda la noche, por lo que me preguntó por la mañana, que a dónde iba yo con lo que había llovido toda la noche. Esto puede valer para saber que hay trabajos muy diferentes y lo que puedas vivir en uno, puede ser muy diferente al del otro.
La verdad es que pasé unos años en esa casa muy a gusto y muy bien, ya que el trabajo yo lo hacía por Martorell y alrededores. Clientes, casi siempre los mismos, aunque fuese quizás otras obras, pasaba ya de los cinco años. Y un día, echando gasoil, un compañero que hacía tiempo nos conocíamos me dice que dónde él está hace falta un chofer, y que las condiciones son muy buenas. Su jefe, tenía la contrata del transporte de Solvay. Las condiciones eran tan buenas como que no duramos ni un año. Antes del año quedamos todos en la calle sin cobrar ni vacaciones ni finiquito y debernos algún día de trabajo. ¡Un palo!
Suerte la mía que, al otro día de quedarme sin trabajo, me encontré con un gran trabajador y todo un señor. El transportista de la gravera. El que me había vendido mi gran coche: el 124. Yo lo apreciaba, y él me apreciaba. Y al que estaré siempre agradecido.
Estuve con su empresa 18 años. Éramos seis o siete choferes. Yo empecé con lo que tenía en aquel momento, y terminé llevando el camión estrella de la casa: un “cuatro ejes”. Pero, además, fue la persona que un día me ayudó a crecer como persona. Juan Cubells Oriol. Él fue, sin dudas, la clave para que yo cambiase mi profesión.
Pero, con vuestro permiso, cambiamos de tema, pues creo que hay más que motivos suficientes como para hablar un poquito del año que nos hemos dejado atrás, pero además tenemos que hablar del presente y quizás un poquito del futuro.
El pasado, un año muy revuelto de contrariedades. Pocas han sido las familias que no hayan tenido algún que otro motivo para quejarse. De alguna forma queremos superar y ser quienes éramos años atrás. Nos gustaría mucho contar que lo peor ya pasó y que además nos podemos besar y abrazar sin miedo a que algo pueda pasar. Que, por favor, todo suene a pasado.
El presente lo tenemos que ver con entusiasmo, con alegría. A pesar de los pesares, tenemos que dar gracias a Dios, a la Vida o a aquello en lo que tú puedas creer. Puede ser que a muchos de nosotros nos haya llegado un poquito de todas las consecuencias de esta dichosa pandemia. Cuanto y cuantos están padeciendo o han padecido o hemos padecido los sinsabores de la pandemia.
El futuro, al que no conocemos, al que no hemos visto, ni lo hemos vivido, pero al que tenemos que querer, amar y abrazar con todas nuestras fuerzas, con alegría, ilusión- Nuestro futuro, que no podemos despreciar, ni comparar con el ya pasado. No queremos más muertes, no más depresiones, no más familias destrozadas, no más desánimos ni desconfianza para nuestro futuro. Pongámosles ganas, ilusión y la fe de que todo esto pronto tendrá su fin.
A nuestros compañeros y compañeras, jóvenes y mayores. A todos y a todas. De cualquier clase o edad. A todos ellos, nuestro mochuelo, una vez más, un año más, quiere ser capaz de llegar donde a cada uno de nosotros nos gustaría llegar.
Os cuento algo que no tenía pensado contar: un pequeño ejemplo de lo que se puede hacer cuando uno quiere.
Tengo un trocito de terreno muy cerca de Martorell, que me sirve de consuelo pues estoy sin carné de conducir (no por haber perdido puntos, sino por algo de la salud). En ese terreno, aprovechando los desniveles del campo, aprovechando los materiales de la naturaleza, durante un par de semanas, por las mañanas, he hecho un belén (me dicen que bastante chulo) con mínimas herramientas. Me falta mucho. No trato de ser un ejemplo. Pero, sí que es verdad que estoy muy convencido de que todo se empieza con un primer paso y se consigue avanzar dándole continuidad.
El MOHUELO, un año más, dispuesto a llegar donde cada cual quiera llegar.
El mochuelo. Un abrazo. Vuestro amigo Juan.
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