Amigos, amigas y conocidos



Nuestro mochuelo sigue soñando y sigue pensando que se pueden hacer muchas cosas más, para nosotros mismos y para los demás. Nuestra ilusión es hacer, disfrutar y no caer en el vicio de que todo está muy mal.

Joven o mayor o de mediana edad, espero que recapacites y que seamos capaces de ver tu propia realidad. Nuestro mochuelo comenta, dice y hasta sueña una vez más. Y acepta, entiende que hay muchas personas que lo estarán pasando mal. Pero, que no todos tenemos la misma manta con la que taparnos. Nuestro mochuelo siempre dijo que no es partícipe de ningún partido político, de futbol o de alguna religión. Con esto no queremos que nuestros lectores crean que estamos en contra de las personas que puedan practicar, lo que buenamente quieren o pueda cada cual. Pero, sobre todo, hacemos esta aclaración, porque jóvenes mayores o de mediana edad no todos tenemos los mismos motivos para llorar. 

No todos, quizás no, nos hemos criado trabajando desde muy temprana edad. La vida nunca fue de color de rosa para todos. La vida es sacrificio, lucha, constancia, voluntad y sueños que cumplir. Donde vivas, donde estes, en la Conchinchina, en tu pueblo o en ciudad… hay un dicho muy popular: en ningún sitio se atan los perros con longanizas. 

Pues nuestra obligación, entre otras cosas, es aprender, enseñar y a ser posible colaborar. No te quejes con la edad que tienes. Con lo bien preparado que probablemente estarás. No te unas al pelotón de la queja o de que todo está muy mal. Únete al pelotón de los que sueñan, al de los que quieren volar, y sé uno más de los que, de alguna forma, quieren colaborar con los demás. No te excuses con tu incapacidad, con tu amargura o con tu soledad. Enfréntate mejor a tu realidad. Empieza a caminar. 

Queremos decirte que no todo es malo en tu pueblo, en tu campo o en tu ciudad. Que puede ser que encuentres algo donde podamos encontrar la positividad. Debes de empezar a cosechar algo de lo que te pudiera atraer o gustar. 

Nosotros, por nuestra parte, queremos, si el tiempo nos lo permite y sobre todo el dichoso coronavirus nos deja, abrir nuestro local. Esperemos que sea lo antes posible porque queremos hacer algo por nosotros mismos y por los demás. Nuestra intención es poder acoger a toda aquella persona de buena voluntad que quiera aprender, que pueda enseñar y que podamos, sobre todo, poder ser nosotros mismos junto a los demás. 

Mientras tanto, para no fallaros, un trocito más de mi verdad. 

Siguiendo con lo que os contaba en la entrada anterior… según el encargado, la tarde antes ya me había dicho que tenía trabajo y que a las seis empezábamos. A las seis me sentí uno más de la plantilla. Me dijo el encargado que el camión que yo llevaría, el número seis, lo estaban terminando de carrozar y que iría con otro chofer: un tal Luis. El camión estuvo dos días en el taller, terminándole cuatro tonterías. El segundo día me mandaron con otro chofer a descargar a Figueras, y de regreso, le había dicho el encargado que trajera yo el camión. Al tercer día me toca coger mi camión. 

Después de comer, me cargan mi camión, pues lo chóferes no cargábamos, pero sí que descargábamos. Me dan el albarán de la carga y me mandan a Mataró, a un almacén de construcción. Era la primera vez que yo cogía mi camión y la primera vez que yo cruzaba Barcelona. Si que es verdad que el día de antes había pasado por Barcelona para Figueras y me acordaba de algo. Sí que, además, recuerdo que fueron dos o tres las veces las que paré para preguntar si me faltaba mucho para Mataró. Descargamos rápido. Pregunté para mi regreso, pero cuando entraba a Barcelona ya era de noche. No sé a dónde me fui. Lo cierto es que un motorista de la policía municipal me llevó a la salida dirección Lleida, Martorell. Cuando llegué al taller solo quedaban los más rezagados, y sobre todo un tal Ramón Gargallo que era el más mayor de todos y el que más se preocupaba por mí. Un gran compañero. 

Puedo creer que tuve una gran suerte con mis compañeros. Pero lo que sí que creo sinceramente, es que hay que ir por la vida con la verdad por delante. Son mis compañeros, pero es mí encargado que confió en mí y que desde el primer día supo que podía confiar en mí y que yo no sabía ni más ni menos de lo que él había podido ver. 

No tardé muchos días en darme cuenta de que cuando llegábamos al taller por las mañanas, raro era el que decía “buenos días”. Máximo un hola o poco más. No podía entender que no se dijera limpio y llanamente, buen día o buenos días. Una mañana, llevando muy pocos días me armé de valor y di unos “buenos días” tal y como yo lo sentía. Desde entonces una mayoría empezaron a decir buenos días. Otra cosa que me gustó mucho fue que puse un cartel en el taller para mi cumpleaños: “Hoy invita Zamudio incluyendo a Ramón Gargallo” pues nunca venía al bar y fue algo muy original. Desde entonces celebrábamos todos los cumpleaños. 

No llevaba ni seis meses trabajando, cuando un compañero me dijo que había visto un piso nuevo a estrenar para alquilar, pero que para él era pequeño. Estaba bien, fui a verlo, me gustó, pero yo no estaba seguro si podía pedir permiso para ir a casarme. Los mismos compañeros me decían que la empresa me tenía que dar permiso, así que me animo, y me dicen que sí: diez días. Mientras tanto ya había informado a la novia y había escrito a su padre, que en unos días nos querríamos casar. Fijamos fecha y en diez días, viaje de novios, viaje a Barcelona y comprar algún mueble, pues lo que había en el piso era todo prestado. Recuerdo lo que le dije a mi mujer que nos faltaban muchas cosas pero que si llovía no nos mojábamos.

Quiero pensar que fui y sigo siendo un hombre afortunado, y conmigo toda mi familia. Y además, pensar que la vida es estupenda si la miras de verdad. Borra de tu mente la envidia, la falsedad, el qué dirán y borra el que no soy capaz. Borra de tu mente toda negatividad y empieza a ser tú mismo de verdad. No esperes a hacer algo grande, empieza haciendo pequeñas cosas y puede que un día puedas hacer una grande. No me creo nadie para deciros a los demás lo que han de hacer. Pero si me creo que lo que hagas ponle todo el cariño que tienes y un poco más. 

No esperes milagros, no hay pastillas ni medicinas. Hay constancia, voluntad, verdad y ganas de hacer para poder llegar. Pide a la vida aquello que tú crees que puede ser verdad y ve a por ello. No dudes, piensa, sueña que puede ser verdad. 

Querido amigo, amiga te deseo lo mejor. Pero no te olvides de que tendrás que trabajar. 

El mochuelo. Vuestro amigo, Juan 


Foto de cottonbro en Pexels

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