Felicidades a nuestro blog
Con vuestro permiso, nos permitimos el lujo de felicitarnos, pues el día diez de este mes ha hecho un año que tuvimos la suerte y la valentía de reanudar nuestro Blog. Un año lleno de muchas dificultades, incluso más de uno con la herida abierta de haber perdido por el camino algún familiar, un compañero o amigo. Nuestras ganas y nuestra ilusión es el ser lo suficientemente valientes para reconocer un pasado tormentoso y lleno de dificultades. Pero nuestra misión es la de colaborar a cicatrizar heridas e intentar continuar
Nuestro blog, el Mochuelo, junto con su local y con todos los demás, ha de estar contento, lleno de vitalidad y haciendo el bien a nosotros mismos y a los demás. Gracias a cuantos hicieron posible el llegar hasta aquí. Un año, donde cada uno de nosotros, nos podemos escribir, contar el participar, nos podemos felicitar y podemos estar más que contentos y orgullosos. Nuestra ilusión, nuestra alegría es poder seguir muchos años aportando nuestro granito de arena, donde todos juntos, una vez más, nos podamos beneficiar. Sé valiente, generoso, sé tú mismo, sé sincero y sé verdad. Tenemos mucho que aprender, mucho camino que andar, queremos contar contigo para cuanto nos puedas dar, pues todos juntos podemos colaborar.
Mientras tanto, yo te cuento un trocito de mi vida, un trozo de mi verdad.
La matanza. Una muy buena época del año, para quien podía hacerla. Era signo de abundancia, pues en la casa en que se podía hacer la matanza desde un cochino, dos o tres, según posibilidades, era signo de bienestar. Desde pequeño, para mí, era un acontecimiento. Y, no solo por la abundancia, sino por cuanto llevaba en sí la matanza. Unos días antes era motivo de preparación. El poner todo a punto para cuando llegara la mañana de matar al cerdo o a los cerdos. Que estuviera todo a punto, desde la leña que había que gastar hasta el último trasto que hubiese que utilizar.
El día de la matanza era para trabajar en todo lo que daba el cerdo. Las tripas normalmente se lavaban en el rio. Una o dos mujeres. Las otras preparando y organizando para que mañana, cuando se descuarticen los cochinos, pueda estar todo a punto para destrozar, hacer y guardar. Desde la morcilla hasta el tocino. Todo para guardar. Pues todo lo de la matanza era comida gastada, poco a poco, durante todo el año. Sobre todo los hombres en el campo. Pues con la matanza había sus mínimas diferencias con los hombres y las mujeres. Pues el hecho de que los hombres estuviesen en el campo, tenían una mínima prioridad… Si no os sabe mal lo tocamos otro día.
Si quiero contaros, que las dos o tres últimas matanzas de mi casa las hice yo. Recuerdo que mi padre no estaba muy de acuerdo, pero viendo mi insistencia y mi seguridad, cedió a que yo fuese el que hiciese la matanza. Pues yo unos años antes me había hecho unos apuntes los cuales me ayudaban a mi seguridad. Apuntes, que unos años más tarde, me sirvieran para hacer una matanza ya en Barcelona a casa de unos de mis primos.
Lo de la matanza, como todo en esta vida, es querer dar ese primer paso, primer paso que ni te creen, ni tú mismo crees en ti. Y, no era fácil hacerlo, sino que los demás te aceptaran, pues había algo que frenaba mucho a dar un primer paso, el que dirán y el cómo podría salir. No me creo lo suficiente capaz de valorar los motivos, o el temor que había al que dirán. Hoy nos debemos sentir orgullosos de la mayoría de personas cultas a las que muchas no les importan el qué dirán. La matanza en sí era algo muy familiar ya que había costumbre de dar algo a los más allegados. Algo de la matanza.
La matanza no era solo matar el cerdo. Era reunión familiar, era amistad, era unión. Un tanto con los demás, y como no, hasta en el pueblo de los demás. De cualquier forma, o manera, un paso más el que había que dar, para quedar bien contigo mismo y con los demás.
Para mí una fue lección más para hacerme el bien a mí mismo y también a los demás. Quisiera que todos juntos, con o sin cultura, seamos capaces. Quisiera que tú fueses capaz. Que este primer cumpleaños lo podamos celebrar. Sé tú mismo, sé valiente, sé verdad, sé quién eres. Ni nada menos, ni nada más. Disfruta de cuanto tienes, de cuánto la vida te ha dado y de cuánto la vida te da. Y, puede que lo que desees, se haga realidad.
El Mochuelo, junto a nuestro blog, está muy agradecido por poder cumplir nuestro primer aniversario.
Un abrazo.
El Mochuelo, Juan.
Comentarios