El silencio




Hace mucho tiempo cuando yo era niño o muy jovencito, si en alguna ocasión me caía y no lloraba, mi madre me decía llora, llora que eso es bueno. Y cuando ya fui más grande, te decían que los hombres no lloran. Ahora sé que los hombres y mujeres han de llorar.

Te digo todo esto porque quiero hablarte del silencio, de las personas que hablan lo justo y lo que les conviene. Les temo porque hay una gran mayoría que son silenciosas, pero no humildes, ni francas. No diré que son mejores ni peores, solo te diré que les tengo miedo, que me dan miedo.

Lo digo porque he tenido compañeros y algún que otro trabajadore que siendo mayores no se atreven a levantar el vuelo. Pueden acetar lo que tu estás diciendo, pero en el fondo tú estás viendo que no se pronuncian, por timidez, por complejo, … No lo sé. Lo que sí sé es que yo les tengo miedo. 

Pues tengo comprobado que más de una vez me han fallado. Alguna vez había pensado que yo no les dejaba hablar, que yo podría ser el culpable del silencio de la persona que estaba comiendo, trabajando o hablando conmigo.

Un poco tarde, pero he comprobado que en cualquier circunstancia y edad hay personas silenciosas. Porque una mayoría de las veces creo que son personas que, con esa actitud silenciosa, se están preparando para atacar, porque están midiendo y calculado cuando te han de atacar.

No sabría explicarte. Pero les temo y les tengo respeto y un poco de miedo a las personas que hablan lo justo. Había un refrán en mi pueblo que decía “perro ladrador, poco mordedor”, y “no te fíes del perro que no ladra”. Pero amigo ¡ay del perro que no ladra! Casi seguro que ese podría morderte. 

Aunque, eso de los perros hoy ha cambiado mucho. Desde que están tan domesticados. Pues por lo que creo que, ese refrán se ha quedado, como mínimo, pasado de moda. 

Os cuento … hace unos días tuve una reunión donde había personas de varias edades. Yo me había llevado un escrito para explicar algunos detalles. Empezaré diciendo, sobre todo, he creído siempre en las personas que son formales. Pero una cosa es ser formal pero otra cosa es ser silenciosa.

Una vez más, y me repito no puedo acusar a nadie. Pero qué bonito es que participen. Que algún día hasta puedas equivocarte, hasta que quizás tengas que testificar.

Pero voy a terminar. Porque da la casualidad, que me gustaría hablar un trocito más de mi verdad. 

No hace mucho rato, me llamaba un señor por pura casualidad, pues según él no pensaba llamarme. Se había equivocado. Pero me ha llamado y, como era natural, hemos estado hablando unos minutos. Un señor cliente. De hace, como mínimo, unos treinta años y me daba las gracias por los buenos almuerzos que había tomado en nuestro restaurante.

Pues puedo presumir y presumo, de que mi satisfacción en el restaurante no era solo el ganar dinero, sino la satisfacción dura y pura de que mi cliente saliese satisfecho. Pues eso fue lo que hizo que hoy a los 30 años se haya equivocado de numero un señor y que podamos saludarnos.

De paso diría muchas cosas de mi restaurante, o quizás, mejor dicho, de nuestro restaurante. Pues todos trabajamos cuanto pudimos, y todos luchamos por dar vida a nuestro restaurante. Hay que reconocer que yo pude ser uno de los que más visibilidad pudo tener, pero cada uno de mi familia dieron todo lo que tenían y hasta un poquito más. Sin duda, fueron tres ases, a cuál mejor. No puedo, en modo alguno pedirle más a mi mujer y a mis hijos. Sin ellos, nuestro restaurante, difícilmente hubiese tirado adelante, pues fueron tres personas clave. 

Cada uno de ellos cruzando las máximas expectativas. Tres personas totalmente clave. Personas que, sin estar ciegamente enamoradas del restaurante (hoy ya visto desde la distancia) dieron mucho por él. 

El Nou Raco de la Queixalada ha de estar muy contento y hasta orgulloso de haber tenido las piezas ya enumeradas. Sin ellas difícilmente hubiese sido lo que fuimos.

Nuestro Mochuelo, para que no coja celos, os desea un buen principio de verano. Que disfrutéis mientras más, mejor.


Un abrazo y un saludo de vuestro amigo Juan.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Maldito tabaco

No te ates, no digas que ya no puedes

Ser mejor que ayer