Yo soy un pobre emigrante
Yo soy un pobre emigrante que vengo de tierras extrañas, y no quisiera robarte ni tus tierras ni tu patria, pero si quiero que comprendas que te hago falta y que me haces falta.
Amigo, compañero, no sé cómo poder quedar bien contigo y conmigo mismo, pues comprendo y entiendo cuanto difícil y peligroso es atreverse a hablar de los emigrantes y de la emigración.
Antes de llegar más lejos, quiero pedirte disculpas por mi atrevimiento. Y quiero que me perdones, emigrante o no emigrante, por si metiese la pata.
Por lo primero que creo que debo de empezar es por mi propia experiencia de emigrante en Alemania. Y por qué no, en Barcelona, pues cada cual es muy libre de pensar de la forma que quiera o pueda. No es mi intención dar lecciones a nadie.
Alemania para mí fue una lección. Quizás hasta hoy no he sabido ver que si quieres ser algo en la vida, tienes y debes de sentirte comprometido con aquello que haces o te ha tocado hacer.
Sé que cuesta mucho vivir, el luchar por la vida, y no te lo digo porque yo sea un experto, ni para que tengas compasión de mí, si quizás por la vida que a mí me tocó vivir o la que estoy viviendo. Vida de la que debo de estar contento, orgulloso, porque sin creerme a mí mismo, estamos en la posición que estamos. Una posición de luchadores y trabajadores.
Una posición de una familia donde cada día todos sabemos que si queremos algo te lo has de ganar. Algo que aprendí de mis mayores y a sin darnos ni cuenta parece que lo hemos transmitido a los que ya hoy nos tienen que ayudar.
Pero este capítulo lo dejaremos quizás para otro día, pues no por ser mayor, dejamos de vivir, pues madrugo, trabajo cada día casi como si tuviese a un jefe que me paga, pues hago lo posible por no llevarme nada que no me pertenezca.
Pues somos muchos los que vamos un poco a ciegas por el mundo. La emigración como tal no debería de existir, sobre todo forzada. Yo quizás me atrevo a hablar de emigración porque yo fui y sigo siendo un pobre emigrante. Yo estuve un año en Alemania voluntario con más o menos necesidades, pero voluntario, y me vine a Cataluña con más o menos. Pero voluntario, libremente pero no económicamente “libre”.
Lo que sí que he podido comprobar, y más siendo emigrante, es que tú has de ser verdad. Puede que haya más de uno que tuvo suerte, quizás le tocó la lotería, pero si no es así, procura ser tú y muestra de lo que eres capaz, libremente.
Digo que estuve en Alemania por necesidad o por curiosidad. Porque me hacía falta ver mundo. La verdad es que yo acabé el servicio militar con un carné de conducir que me saqué en Zaragoza días antes de licenciarme, pagado con 500 pesetas que me habían mandado mis padres para el día que me licenciara.
Sobre el carné no dije nada a nadie. El conducir, por aquel entonces, todavía era para personas de otra categoría y raza de listos y privilegiados. Casi todos los mayores veían el coche en manos de las personas con algo especial. Pues más de uno pensaban que el conducir era para alguien alto y muy listo, y, si podía ser, con algo diferente.
Recuerdo, recién venido de la mili que un día vino al pueblo un señor que vivía en Sevilla, al que mi padre le llevaba unas tierras a medias. Yo, poquita cosa, sabía que él estaba en algo de transportes y le pregunte si habría algunas posibilidades. Su respuesta fue que allá todos los choferes son grandes y fuertes, pues casi todos son del norte. Respuesta para hundir todas mis expectativas.
Quiero que sepáis algo más de este emigrante. Pues estuve en Nuremberg, pero no lo conozco. Primero por ser un pobre emigrante, con casi cultura cero, en un ambiente de trabajadores… una pobre cultura y además un tanto condicionado por los compañeros, por el idioma. Y, tú, emigrante y recién salido al mundo, tú sueles hacer mucho de lo que hacen los demás. Si que es verdad que fui uno de los que podríamos decir normales.
La emigración forzada no debería de existir. La emigración para mí la querría libre de tu decisión, y después que cada cual pueda contar su realidad.
La emigración forzada… Por hoy, no os canso más. Espero y deseo que haya mucho movimiento de personas, pero no forzadas por la necesidad de poder comer.
Un abrazo de nuestro Mochuelo y un saludo, para emigrantes y no emigrantes, de vuestro amigo Juan.
Comentarios